Eliezer se despertó e inmediatamente miró a aquella mujer que dormía casi debajo de él. Solo podía ver su pequeña cara y su abundante cabello. Su tono de piel se asemejaba al del chocolate con leche, con más leche que chocolate para ser más exactos.
Suspiró para sí mismo y dejó de abrazarla pero no pudo dejar de mirarla. Todavía tenía la pulsera barata que ella le había comprando a los vendedores en la calle y se la había puesto a él sonriendo.
Tenía un rostro perfecto y al parecer ella ignoraba aquello, sus manos se fueron a su espalda y la acarició. Su cuerpo también era envidiable y la besó. Su plan era despertarla dándole placer y aquel odiado objeto sonó tan fuerte que la vio espantarse.
Amelia abrió los ojos espantada y él le sonrió con calidez. -Buen día Amelia. Se atrevió a decir estando aún perdido en esa mirada verde. Ella le devolvió la sonrisa levemente y cuando la iba a tomar, su teléfono sonó como un relámpago otra vez.
Respiré profundo de la rabia porque tenía bien claro de quién se trataba.
Ella se sentó y acarició mi cara como solía a hacerlo y más en estos 4 días. Como si me conociera, como si ella supiese que poco a poco me está volviendo loco, pero a la misma vez, la inocencia y el amor que mostraba en sus ojos hacía que me alejara de mis pensamientos vanos que la consideraban como a una extraña más. Mi corazón sintió su toque y la miré analizando qué diablos estaba haciendo yo allí todavía con ella.
Para alejarme de ella descolgué el celular y era mi padre. -¿Por qué evitas mis llamadas Eliezer? Aquello fue un grito.
Por un segundo me olvidé de la mujer que me miraba extraña al ver mi cambio de humor y que a la vez, trataba de esconderse en la cama para que yo no sintiera que me estaba escuchando. ¿Acaso alguien podría ser menos especial?
-¿Podrías dirigirte a mi con respeto? Soy un hombre y tú me estás hablando como uno de tus empleados. Le susurré bajo.
Vincent Smith era un hombre tan difícil de tratar que todavía me pregunto la razón por la que mi madre sigue con él. A veces pienso que es solo por mí y mis hijas.
Al parecer se calmó porque lo oí respirar como yo mismo suelo hacerlo. -Bien Hijo. Te espero aquí pasado mañana en la junta de accionistas, no puedo dejar que tu hermano Junior se haga cargo de dicha junta.
Apreté mis puños y me escondí en el balcón y mientras mi padre hablaba me perdí observando aquella mujer que caminaba con una de mis camisas por la orilla de la playa. La brisa jugaba con su cabello y ella miraba perdida el mar. Se había marchado para darme más privacidad.
-¿Me estás escuchando Eliezer Smith?! Gruñó.
-Así es. Estaré ahí. Le colgué.
Corrí a la playa hasta encontrarla jugando con el agua en sus pies. Abracé su espalda y besé su cuello. -¿Dormiste bien anoche?
-Las pocas horas que me dejaste dormir lo hice como nunca. Contestó sin miedo.
La coloqué en frente de mi y me miró perdida. -¿Tienes que irte verdad? Susurró y no le importó llevar sus manos a mi cadera y acariciar mi piel.
La besé como nunca había besado a nadie y no quería que aquello acabara y subiéndola en mi cintura la descubrí sin ropa interior y entrándola a la playa la hice mía.
-Eres el mejor. Gimió tiernamente.
Se abrazaba a mi cuello mientras yo la penetraba duro y sin detenerme. Sus gemidos y su mirada verde me ponían más duro. Apreté su trasero que tanto me gustaba y habló gimiendo. -Yo te amo como a nada. Yo te amo como a nadie. Déjame llegar a tu corazón Eliezer.
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COMO EL VINO
RomanceAmelia Freid estudió muy duro para obtener el empleo de sus sueños. ¡Lo había logrado! Aún así, se sentía sola. Hasta que llegó el, aquel hombre de pelo canoso y de mirada seductora. El sería el culpable de su Gracia o de su Desgracia. Si tan solo e...