Capitulo 16

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Bueno, ahora lo has hecho -dijo Bill Frazier, que se hallaba con Lauren sentado en una de las numerosas cervecerías de la calle Duval, empinándole el codo a la cuarta jarra-.

¿Cómo vas a entregársela al príncipe?

No es príncipe; apenas conde. No tiene fortuna y además es más bajo que ella.

Es obvio que no has tenido mayor interés en investigar al hombre.

Lauren vació su jarra de cerveza y levantó la mano para pedir a la camarera la quinta.

La patrulla costera se hará cargo de ti si te emborrachas.

No estoy borracha -le espetó Lauren.-. Aunque me encantaría estarlo. ¿Cómo pude enredarme con una mujer arrogante que no hace más que darme órdenes?

¿Esas ojeras se deben a su arrogancia de anoche?

Lauren sonrió.

Después de todo, no es tan inútil. -Dejó de sonreír -. Ese no es el problema. Ella ha sido criada para casarse con alguien que no conoce, de modo que estará bien con el conde. Además, me he enterado de que todos los nobles tienen amantes.

O sea que te puedes quedar cerca y convertirte en su amante.

Lauren golpeó tan fieramente la mesa con la jarra que se le derramó la mitad de la cerveza.

¡De eso ni hablar! Ella puede considerar el matrimonio una travesura, pero no es así para ningún norteamericano.

No es eso lo que dijiste cuando llamaste desde Washington. Dijiste que te casabas con ella para ayudar a Estados Unidos y que estarías dichosa delibrar te de ella

cuando llegara el momento. También dijiste que ningún hombre podría amar a semejante idiota. Dijiste...

¿Qué eres? ¿Una grabadora? Sé muy bien lo que dije. El problema ahora es que este matrimonio se está volviendo demasiado íntimo. Estoy segura de que habría sucedido con cualquier mujer. No se puede reunir a dos personas jóvenes y sanas como ha hecho el Ejército con nosotros y esperar que no pase nada. Sólo necesito cierta perspectiva; eso es todo. He estado a su lado demasiado tiempo y está empezando a gustarme.

No es nada difícil.

Sí, lo es -dijo Lauren.-; no la conoces como yo. Discute sobre todo. Actúa como si las tareas domésticas fuesen una sentencia de muerte, y gasta dinero como si el mañana no existiese. ¿Tienes idea de cuánto fue el importe de la factura del Salón de Belleza Ethel la semana pasada?

Apuesto a que no mucho más que la de Dolly, y me parece que tu esposa no es muy diferente a la mía.

Ahí está el meollo de la cuestión: ella no es mi esposa. Supongo que es la misma diferencia que existe entre pedir un coche prestado y ser dueño de él. No es lo mismo. Puedes usar lo pero sabes que algún día tienes que devolverlo.

Sin duda, esa damita es un coche prestado muy especial.

Lauren terminó su cerveza.

Sí; me prestaron un Rolls Royce, pero desgraciadamente tendré que pasar mi vida con un Buick.

Bill rió.

¿Qué harás ahora? Tienes otra semana antes de que regrese, ¿no es así?

Sí. Una semana más y la llevaré a su país, la meteré de nuevo en su castillo y se la devolveré a su escuálido condecito. Son tal para cual.

Bill miró su reloj.

Mejor nos vamos. Dolly me pidió que me encontrara con ella en la piscina a las siete y ya llevo quince minutos de retraso. Caminaron desde la calle Duval hasta la piscina abierta por la Marina para los oficiales.

LA PRINCESA(ADAPTACIÒN CAMREN-G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora