Camila despertó lentamente, frotándose los ojos y bostezando. Se había quedado hasta muy tarde la noche anterior con Lauren. Y la mujer que descubrió era el heraldo real. Sus predecesores habían transmitido de viva voz las noticias a través de los pueblos, pero ahora lo hacían por radio. Era la primera vez que Camila se enteraba de su existencia.
Tardaron dos horas en comunicarse con los Estados Unidos a través de Maine; luego tuvieron que esperar a que alguien fuera a buscar al padre de Lauren.Camila había hablado un momento con él para enviar sus saludos a la señora Jauregui.
Después, cuando todo terminó, Lauren había murmurado algo acerca de que sus padres la habían hecho desdichado.
El señor Jauregui había prometido enviar a Frank lo antes posible.
Era medianoche cuando Lauren la había acompañado hasta su dormitorio. Había mirado a los dos guardias que flanqueaban las puertas y se había marchado abruptamente.
Mientras se desperezaba, se preguntaba qué habría planeado para ese día. Sabía que a las diez tenía que bendecirla vendimia en un viñedo a 120 kilómetros al sur de la ciudad. Se preguntaba qué diría y haría Lauren. Ése día; de qué manera convertiría la jornada en algo interesante.
Sus doncellas la peinaron con el pelo recogido atrás en un tenso moño. La vistieron con un sobrio traje negro adornado con un broche de diamantes en el hombro izquierdo. Camila consideró, por un momento, cambiarlo por el llamativo loro esmaltado que había comprado en Cayo West, en uno de sus días de compras con Dolly, pero no tuvo el suficiente coraje para llevar a la práctica su idea.
Lauren no la esperaba fuera y tampoco se presentó a desayunar. Comenzaba a aprender a preguntar a los guardias si quería
saber algo. La teniente Jauregui había salido del palacio antes de las seis y no había dejado indicio alguno de la hora en que regresaría.
Esperó hasta el último minuto, pero debía llegar a tiempo a la ceremonia de bendición. Trató de que no se le notara la decepción, cuando vio al conde Shawn de pie al lado de la puerta del coche. Su expresión era seria.
Pensé que quizás hoy tampoco cumplieras con tu obligación -dijo con reproche.
Ella no le contestó, porque se sentía demasiado culpable por el día anterior. Se había divertido mucho, pero se suponía que las princesas no deben divertirse. Estaban para cumplir con los deberes, no para jugar con los hijos de los campesinos ni para intercambiar chismes sobre las estrellas de cine norteamericanas.
Camila, la gente está empezando a hablar -comenzó Shawn, una vez dentro del gran coche negro. Había un hombre de la Guardia Real sentado al lado del conductor, y un automóvil lleno de guardias los seguía .-El rey está demasiado anciano para emplear contigo mano firme, así que debo ser yo quien asuma ese deber. Te estás comportando como una... como una mujer de la calle con esa norteamericana vulgar y grosera. Pasaste todo el día de ayer a su lado y eso es de lo único que se habla esta mañana. Si no te importa tu familia, piensa, al menos, en lo que dirán los sirvientes. Ellos no quieren una princesa que sea como ellos... quieren una princesa. Me enteré de que incluso te atreviste a invadir el campo de entrenamiento de la Guardia Real. ¿No tienes ningún respeto por la privacidad de esos hombres?
Camila siguió tensamente sentada, con las manos anudadas sobre el regazo y sintiéndose cada vez peor con cada una de sus palabras. Luego, para su asombro, el guardia en el asiento delantero se volvió y le guiñó un ojo. Casi empezó a reír nerviosamente. Lo que la sorprendió particularmente fue que, obviamente, él había oído todo lo que Shawn había dicho.
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LA PRINCESA(ADAPTACIÒN CAMREN-G!p)
RomanceSe llamaba Camila Cabello. Es una bella y arrogante princesa de un pequeño reino europeo. Envuelta en una tormenta de intrigas, cerca de los cayos de Florida, se ve arrojada a la costa, a los brazos de la arrebatadora Lauren Jauregui, oficial de la...