Lo hicimos -dijo Dolly, apoyándose contra la puerta del cuarto de baño -. ¿Ha creído Lauren la razón que le diste para no asistir al baile?
Le he dado que pensar. Le dije que sufría de náuseas matinales.
¡No me digas! -dijo Dolly con una risita nerviosa -. Casi siento pena por ella. Ven, déjame ayudarte a vestirte. Le he dado cinco dólares a la camarera para que no deje entrar a nadie durante quince minutos, así que pongámonos a trabajar.
Camila se quitó su largo impermeable, y luego se desató la falda para que cayera hasta el suelo. Era de raso blanco, de mala calidad, ceñida a las caderas y con una larga abertura. Estaba revestida con tres capas de nailon de unos veinticinco centímetros de ancho con brillantes lunares rojos y blancos. La parte superior era una especie de corpiño del mismo raso que la falda que dejaba el abdomen al descubierto. Una cinta de raso rojo adornaba la cintura y el talle. Las mangas eran tres capas de nailon con lunares más brillantes.
Se complementaba el atuendo con unos brazaletes rojos muy llamativos que iban desde las muñecas hasta la mitad del antebrazo y con un collar de catorce vueltas de cuentas de cristal tallado que le colgaba hasta la cintura.
Sin embargo, lo más llamativo era el tocado de cinco flores de nailon de unos quince centímetros de ancho y una media luna de cartón cubierta con brillo y puesta en la parte superior de un turbante de raso blanco. Los aretes estaban cosidos al turbante.
Ahora, si podemos ponerte esto -dijo Dolly, levantando el tocado. Se detuvo cuando, detrás de ellas, oyó una descarga de agua en uno de los inodoros -. No revisé antes -susurró desesperadamente.
Una mujer hermosa, alta, delgada, con pelo castaño claro y con un deslumbrante vestido negro drapeado de Molyneux, salió de uno de los retretes. Tenía una piel tan tersa que hacía imposible calcular su edad.
Tanto Dolly como Camila se quedaron petrificadas, Dolly parecía una estatua con el turbante levantado por encima de la cabeza de Camila.
¿Habrá espectáculo esta noche? -preguntó la mujer.
Uno improvisado -contestó Camila.
¡Oh!¿Puedoayudarconeso?-preguntóaDolly, refiriéndose al turbante.
Seguro.
La mujer acomodó el pelo de Camila en la parte de atrás y colocó el turbante en su lugar.
¿Es pesado?-inquirió.
No demasiado -respondió Camila -. Creo que estoy lista.
Oh, no, querida mía -replicó la mujer -. Tu maquillaje es demasiado ligero; tu rostro se pierde entre tanto brillo. Traigo conmigo algunos cosméticos. ¿Puedo ayudar?
Camila, obedientemente, se sentó frente al espejo y la mujer comenzó a trabajar.
No quiero entrometerme, pero presiento que esto tiene que ver con algún hombre.
Camila no dijo una sola palabra, pero Dolly comenzó a hablar.
Es su esposa. Bueno, la muy canalla ha estado saliendo con otra mujer, y Camila decidió vengarse de ella y de su madre.
¿Su madre? -preguntó la mujer.
Es una excéntrica que viene a dar su visto bueno a la nuera, y Lauren se comporta como si la pobre Camila no le llegara ni...
Dolly -advirtióCamila.
Entiendo -dijo la mujer, irguiéndose para mirar de nuevo el rostro de Camila -. Me parece que así está mucho mejor. Ahora, ¿por qué no me dejan que dé a la camarera otros cinco y que persuada a la orquesta para que toque música tropical y puedas hacer tu entrada?
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LA PRINCESA(ADAPTACIÒN CAMREN-G!p)
RomanceSe llamaba Camila Cabello. Es una bella y arrogante princesa de un pequeño reino europeo. Envuelta en una tormenta de intrigas, cerca de los cayos de Florida, se ve arrojada a la costa, a los brazos de la arrebatadora Lauren Jauregui, oficial de la...