Capitulo 14

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Levántate -ordenó Lauren.-. Hoy aprenderás a prepararme el desayuno.

Camila abrió los ojos, contra su voluntad. Lauren. Estaba en el otro extremo del dormitorio, completamente vestida con su uniforme caqui, gritándole como si ella estuviera a gran distancia. Se desperezó.

¿Qué hora es?

Hora de desayunar. Ahora levántate.

¿Siempre gritas tanto a esta hora? -Camila se recostó contra las almohadas -. En casa, mi doncella me traía una tetera llena todas las mañanas, para que tomara mi té en la cama. Siempre me servían con el juego de porcelana de Lily. Es un modo tan apacible de comenzar el día...

Lauren no dijo una palabra, de modo que Camila se volvió a mirarla. La estaba observando con expresión extraña. Ella se ruborizó.

Levántate -repitió Lauren, girando sobre sus talones para bajar la escalera.

Ella, sonriendo para sus adentros, se vistió despaciosamente con un traje de seda, aunque no estaba segura de que fuera adecuado para ir a pasear con sus nuevos amigos. Lauren leía un diario, sentada en la sala.

¡Has tardado demasiado! -la regañó, mientras se levantaba para ir a la cocina -. Esto es una sartén. Aquí están los huevos. Esto es mantequilla... o el sucedáneo de mantequilla que usamos durante la guerra. Se pone en la sartén y se echan los huevos. ¡Maldición! Me olvidé del tocino. Sácalo del refrigerador.

¿Qué refrigerador?

Lauren la empujó para abrir el aparato.

Esto es tocino. Tendrás que aprender a cocinarlo. Y muy pronto aprenderás también a ir al almacén a comprarlo. Saca otra sartén del armario y pon en ella ese tocino.

Camila abrió una puerta y un cajón antes de encontrar una segunda sartén como la de los huevos, pero no había donde ponerla. La parte superior de la cocina estaba cubierta con una caja de huevos, una hogaza de pan, una cacerola dejada la noche anterior, cáscaras de huevos y utensilios metálicos de aspecto extraño. Le pareció que podía despejar un poco aquello si movía el asa de la sartén de los huevos.

El asa caliente le quemó la palma. Camila se apartó bruscamente, pero sin decir una palabra.

¿Ya tienes el tocino al fuego?

Ella trató de usar sólo la mano izquierda para la tarea, pero le resultaba difícil. El dolor le recorría todo el cuerpo.

¿Qué te pasa? ¿Te da asco tocarlo? -preguntó Lauren, furiosa

-. Vamos, usa ambas manos.

Cuando le tomó la mano derecha, Camila ahogó una pequeña exclamación. Lauren lo observó y notó que estaba pálida, entonces le volvió la palma hacia arriba para mirársela. Empezaba a aparecer una ampolla. Ella le aplicó un poco de mantequilla.

¿,Cómo puedes haberte quemado así y no decir una palabra?

Camila no respondió, pero se sintió agradecida por el alivio que le proporcionaba la grasa fresca.

Diablos -protestó ella, exasperada -. Quédate allí y mira.

Terminó de preparar el desayuno, sin dejar de murmurar sobre lo inútil que era esa mujer. Después, mientras disponía su comida en la mesa, volvió a maldecir al darse cuenta de que no había desayuno para ella. Mientras el suyo se enfriaba, le preparó huevos con tocino.

Por fin ambas se sentaron a comer, en absoluto silencio.

Qué desagradable es este lugar, pensó Camila. Qué diferente resultaba de los desayunos en su patria, en compañía de su abuelo y su hermana. Sonrió al pensar en las anécdotas que tendría para entretenerlos, recogidas la noche anterior.

LA PRINCESA(ADAPTACIÒN CAMREN-G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora