Capitulo 1

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Cayo West, Florida

1942

Lauren Jauregui estiró sus largas piernas en la lancha, apoyando la pantorrilla herida contra uno de los cajones que cubrían el fondo. Era el apuesto producto de Grandes generaciones muy bien parecidas. En la Marina le habían cortado demasiado el pelo oscuro, pero eso no disminuía su hermosura: ojos Verdes y brillantes; labios que podían ser fríos como el mármol o suaves y dulces como el aire balsámico que lo rodeaba; un pequeño hoyuelo en el mentón y una nariz que en una mujer menos corpulenta habría sido demasiado grande. Su madre decía que era la nariz de los Jauregui, puesta allí por Dios en un intento de protegerles la cara de todos los puños apuntados por aquellos a quienes les disgustaba la terquedad de la familia.

Para mí sigue sin tener sentido -decía Bill Frazier, mientras maniobraba el timón del motor.

Bill era totalmente opuesto a Lauren J. Medía quince centímetros menos y su pelo ya empezaba a ralear, aunque sólo tenía veintitrés años; además, parecía estar hecho de bloques de cemento. Le parecía una suerte ser amigo de Lauren porque, donde quiera estaba la teniente, las mujeres bonitas iban tras ella. Seis meses antes, Bill se había casado con la mejor de todas.

Lauren J. no se molestó en responderle. Cerró los ojos por un momento y aspiró el aire salado, límpido. Era maravilloso poder alejarse del olor a aceite, el ruido de la maquinaria y la responsabilidad de mandar a otros, responder a las preguntas y...

Si yo fuera soltero como tú -insistió Bill-, estaría en la calle Duval, divirtiéndome como nunca. No comprendo qué alguien quiera encerrarse en una isla abandonada de la mano de Dios.

Lauren abrió un ojo para mirarlo. Luego giró para contemplar las diferentes islas de manglares que los rodeaban. No podía explicar sus sentimientos a Bill, que se había criado en una gran ciudad. Ella, en cambio, provenía de Maine, donde había crecido lejos del ruido y la confusión de gentes y máquinas. Y siempre había estado cerca del mar. A los dieciséis años, cuando otros muchachos se compraban el primer automóvil, a ella le habían regalado un velero. A los dieciocho ya era capaz de hacer viajes de tres días a solas en la embarcación. Hasta soñaba con dar la vuelta al mundo de ese modo. Pero entonces los japoneses bombardearon Pearl Harbor, con lo que comenzó la guerra y...

¡Eh! -la llamó Bill.-No abandones todavía este mundo.

¿Estás segura de que tienes provisiones suficientes? A mí me parece que no hay mucho para comer. Dolly dice que estás demasiado flaca.

Lauren Sonrió ante esa mención de la bonita esposa de su amigo.

Alcanzará-aseguró.

Y volvió a cerrar los ojos. La gente de ciudad no es capaz de ver en el mar una gran mesa de banquetes. Lauren Tenía consigo una red, una caña para pescar, anzuelos, un par de cacerolas, una caja de verduras y sus herramientas del ejército. Pensaba vivir como una reina por algunos días. Con sólo pensar en el silencio, la soledad y la falta de responsabilidades, se movió de ansiedad en el duro asiento.

Bill arrugó en una carcajada su rostro tan común. Ese hombre habría podido ser un excelente espía por la forma en que se perdía en la multitud.

De acuerdo. Acepto tu palabra. Pero aun así me parece que estás loco. Claro que es cosa tuya. El comandante quiere que te presentes el lunes próximo, así que vendré a buscarte. Y Dolly me encargó decirte que, si no te aplicas ese ungüento para quemaduras, vendrá mañana mismo a aplicártelo personalmente.

LA PRINCESA(ADAPTACIÒN CAMREN-G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora