Tras sus pasos... (Segunda parte.)

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Ryan.


"Ella es muy mala y tú eres muy fácil."


Si Millie Clark no se encontraba camino a casa de Victoria, muy seguramente estaba a punto de encontrarse con Glenn, no había nadie más en quien ella pudiera confiar, llamarlo sería ponerse en evidencia, había demasiado en juego en este momento como para permitirse ese lujo. Pero la incertidumbre de no saber si en Glenn podría encontrar a un amigo, un aliado o por el contrario alguien que creía firmemente en las palabras de una desequilibrada como lo había demostrado ser Millie. Quiso hacerlo, llamarle, pero su instinto de conservación fue mucho más fuerte y se detuvo a tiempo.

Los semáforos de la ciudad no ayudaban mucho en su labor titánica, la ansiedad lo consumía. ¿A qué le temía? Ni el mismo lo sabía, y fue justamente esa duda lo que le hizo pensar momentáneamente en Victoria, en el día en que ella le confeso lo que sabía de Millie y él sin dudarlo le ofreció su mano, ser su apoyo, en medio de un cálido abrazo ella le dijo. "– Aun desconozco tus ganas de ser bueno conmigo. Aceptémoslo, nadie tan bueno podría ser así de interesante. –" No sabe si fue la expresión en general de su rostro al decirlo, la mirada cálida que le ofrecía, la sonrisa que lo envolvía, a estas alturas no sabe exactamente qué fue, pero algo, algo muy especial dentro de esa mujer lo cautiva, lo mantiene atrapado en una burbuja de misterio y necesidad y solo por eso estaría dispuesto a darlo todo.


Millie.

Las calles eran mucho más largas de lo normal, al entrar en una era como si no tuviera un final. Un final... Justamente eso era lo que estaba buscando, lo que necesitaba conseguir, un punto final a toda la pesadilla en la que se había convertido su vida. Esa vida que hasta que llegó Alik había sido realmente tranquila, no entendía como un simple ser podía poner su mundo de cabeza. ¿Se arrepentía? Ni ella misma lo sabe, sentía por momentos que sí, pero pasaría por mentirosa si no aceptaba que en el mismo momento en el que estaba en los brazos de Alik poco o nada importaban los demás. Entonces sentía una pequeña certeza, no había arrepentimiento, pero en el instante que lo afirmaba la invadía la duda, los buenos recuerdos con Victoria, las veces que se consolaron mutuamente y así, una y otra vez sucedían las cosas, en el mismo orden, por eso evitaba pensar en ello.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se había percatado que la estaban siguiendo, o tal vez sí lo notó, pero ya poco le importaba, nadie la haría cambiar de opinión, nadie se iba a interponer en su camino. De un momento a otro un sonido ensordecedor la sacó de sus recuerdos, al mirar por el espejo retrovisor reconoció el auto, pero sobre todo a su dueña, solo eso le faltaba, Emma nuevamente rondándola. Se cuestiono, pero en el fondo no la podía culpar, estaba buscando respuestas y solo ella las conocía, era normal que la curiosidad hiciera que la siguiera a donde sea que ella fuera.


Rosie.

Estaba aún siguiendo la camioneta que transportaba a esas dos mujeres sin un rumbo fijo, se sentía la más tonta por seguir ahí, esperando a que algo sucediera y nada sucedía, la tenían dando vueltas por la ciudad, muy seguramente ya se habían percatado de su presencia y estaban jugando con ella y con su paciencia. Estuvo a punto de frenar y retomar su propio camino, hasta que notó que inexplicablemente la camioneta acelero su marcha, algo había sucedido allí dentro, los planes habían cambiado. - ¿Debía seguirlos? – Se preguntó. – Por supuesto que debía. – Se respondió. No las había seguido para quedarse con la curiosidad. Pisó el acelerador para seguirles el ritmo, su curiosidad era mucho más fuerte que su sentido de preservación. Algo estaba sucediendo, aceleraron sin importar a quién se llevaban por delante, por un momento se distrajo al escuchar el timbre de su móvil, por la velocidad en la que iba estuvo a punto de perder el control del auto, pero lo estabilizo rápidamente, su móvil no dejaba de sonar, por alguna extraña razón Caroline había decidido llamarla insistentemente, no tenía más opción que responder y tratar de no perder el control del volante.

- ¿Qué sucede hermana? En este momento estoy algo ocupada.

- Te necesito. (Difícilmente se le podía entender, un llanto inconsolable la invadía)

- ¿Qué pasa? ¿Por qué estas llorando?

- Una mujer me llamó, de un número privado y me dijo cosas, cosas horribles.

- ¿Qué clase de cosas hermana?

- Cosas sobre la muerte de nuestro hermano.

Una vez más estuvo a punto de perder el control del automóvil.

- ¿De qué diablos estás hablando?

- Lo que estás escuchando Ross, esa extraña mujer me dijo que sabía que alguien se había encargado de acabar con la vida de nuestro hermano.

- ¿Y te dijo quién fue?

- Sí. Me dio un nombre...

- ¿Quién? Dime qué nombre te dio.

- Millie Clark

Su corazón estuvo a punto de detenerse, el desconcierto se apodero completamente de ella. Era imposible que la que sería la madrina de boda, fuera la culpable de la muerte de su hermano. Aun después de recibir esa impactante noticia, no dejaba de seguir la camioneta, nada estaba bien, ni lo que estaba escuchando y mucho menos lo que estaba haciendo.

- ¿Caroline tienes alguna idea de quien pudo ser?

- No tengo idea hermana. Su voz no me es familiar.

- Todo es tan extraño.

- ¿Crees que sea verdad?

- Siempre he pensado que su muerte fue muy extraña y prematura, pero de ahí a pensar que alguien la provoco. No lo sé. La autopsia determinó que fue muerte natural.

- Un infarto...

- Exacto. Apenas termine en lo que estoy, me encargaré de ese asunto. Te lo prometo.

No solo se trataba de un evento extraño, sino de la casualidad de encontrar a Millie en el mismo hotel que Jamie. Ya eran demasiadas cosas, su cabeza estaba a punto de explotar. Sus pensamientos chocaban unos con otros. Ya nada tenía sentido.


La camioneta...


El juego debía terminar, algo más importante de lo cual ocuparse había surgido de repente, tarde que temprano lo harían, simplemente estaban esperando la orden.


El copiloto cortó la llamada que había recibido, la orden era clara, no necesitaba mayores palabras, estaban acostumbrados a este tipo de trabajos, ya no importaba si lo hacían de forma limpia o a los ojos de testigos, la orden debía ser ejecutada.

- Copiloto: olvidémonos de la que está jugando a ser detective, acelera que debemos llegar lo más pronto posible a este lugar. (Señalo con el dedo la ubicación exacta en la pantalla del navegador.)

- Conductor: ¿Y qué hacemos con la que nos sigue?

- Copiloto: Por ahora ese no es nuestro problema.

- Mujer vestida de monja #1: Nosotras podríamos encargarnos de ella.

- Mujer vestida de monja #2: No señor, yo quiero estar donde está la acción...

- Copiloto: Dejemos que haga lo que quiera, ahora lo importante es terminar lo otro que es lo que nos dejara dinero al final.

- Mujer vestida de monja #2: Opino igual. Yo no trabajo gratis ni por amor al arte.

BelladonnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora