Prólogo

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•こんにちは•








Me llamo Mo GuanShan, soy de una bonita ciudad a la sombra de china donde me gusta alardear de la buena comida que hago, por ende, los minutos que presto atención al momento de hacer mi comida son los mejores del mundo. Es una suerte que me dejen cocinar, mis padres me prohíben de todo, me tratan como si fuera alguien muy «débil».

En fin, basta de trivialidades; no es mi intención sacar a relucir mi soledad, y, por muy tercos que se pusieran, jamás les revelaría lo que siento. Permanecer atentos, porque lo que hoy voy a contarles es algo mucho más interesante para sus mentes y ni más ni menos que la trayectoria de mi variada, vertiginosa y, a menudo, poco gratificante vida.

Tranquilos, no empezaré desde el principio. Soy consciente de que esperan oír algo consistente, no soporífero. Por eso me centraré principalmente en este último año, tomando como punto de referencia mi llegada a china; y les garantizo que van a estar encantados de escucharme. Pero antes, una pequeña introducción.

Tengo 17 años. Y en cuanto a mis aficiones, les diré que me apasiona la lectura, hacer comida, creando sabores, texturas nuevas y el deporte; el atletismo, básicamente. Así pues, no podrán imaginar la agilidad que he desarrollado durante todo este tiempo. Y es que, cuando se trata de correr, por poner un ejemplo, no tengo rival. Realmente me enorgullezco de ello, y en general me ha facilitado bastante las cosas.

A pesar de ser un muchacho más bien alegre, siempre me ha gustado cierto grado de soledad... Bueno, no siempre; digamos que desde que todo cambió, mis valores también lo hicieron. Últimamente, esa soledad me afecta de una forma distinta; empiezo a tener pensamientos que se repiten más de lo deseado, como ¿qué está bien? o ¿qué está mal? Atisbos de razonamiento ilógico que no tendrían que estar ahí. Yo cumplo un papel en el nuevo ecosistema y no debería ser éste, por Dios que no debería. Y hablando de Dios: si pudiera, le preguntaría por qué he de ser yo, de entre mis numerosos homólogos, el diferente. Aunque, si lo pienso bien... ¿por qué mis padres me alejaron de todo el mundo? Probablemente lo hicieron por mí, oí decirlos que yo era la causa de todo esto.

Pues yo digo que, a lo largo de esta especie de fábula que haré esfuerzos por relatar, comprenderán que no todo es blanco o negro: también existen los molestos grises.

Por cierto -y antes de que se me olvide-soy un vampiro muy especial para mi especie.

¡Tachán! ¿Sorprendidos? Parece increíble, ¿eh?

Más me lo pareció a mí cuando muchos quisieron secuestrarme o hasta incluso matarme : mi casa, ❝mi hermosa casa ❞, mi familia, el país entero... Todo el jodido mundo se ha ido al garete por culpa mía «un ser que nunca debió existir»; así me llaman. Apuesto a que le puso este nombre algún friki amante de las películas de terror de serie B. No obstante, eso ya no importa. La cuestión es que, hoy por hoy, hay más humanos andando por las ataviadas y grises calles de los que se hallan reposando en todos los lugares.

Claro que a mí eso me da igual. Yo no pertenezco a la mayoría de humanos desdichados y atemorizados que aún quedan atrincherados en los edificios, y sus trabajos. Y eso, si han sido listos...

No, yo no pertenezco ni a humanos como vampiros; todos quieren llevarme a mí, bueno mi sangre, eso suena más especificó. -de hecho, el otro día tuve mudarme a una casa nueva por que a un maldito se le ocurrió quemar mi casa-Joder ¡me gustaba mi antigua casa! Mi mama solía decirme que en ahí nací.

Pues sí: soy un vampiro, soy uno muy especial claro está, pero tengo una parte de arcángel. Seguramente lloraría si los nervios lacrimales me funcionasen, y me reiría a carcajadas si mi creador no hubiera arrancado parte de mis sentimientos. ¿Ustedes imaginan la putada que es eso?

Me he pasado meses enteros intentando encontrar a alguno como yo, pero al final he desistido; no son más que máquinas estúpidas y bobas que ignoran todo aquello que no contenga un corazón palpitante en su interior.

O sea, que me remito a cuando decía que estoy solo, pero solo de verdad. Atrapado en mi cuerpo ultrajado, cuyas necesidades fisiológicas -oh, para ser más precisos, la carencia de ellas-me han cambiado hasta límites insospechados.

De todas formas, no se preocupen por mí. Lo llevo bastante bien. Ya me he acostumbrado a mis catorce grados de temperatura corporal —les aseguro  que cuando se es consciente de ello, resulta muy molesto— por lo demás, voy arrastrándome satisfactoriamente.

𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑏𝑙𝑜𝑜𝑑 | 𝟷𝟿 𝑑𝑎𝑦𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora