Parte 5

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Eres absolutamente libre de crear un cielo o un infierno.
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Camine con más rapidez, motivado a saber que era lo que me atraía asía aquel callejón, empezó a llover con más violencia, pero mi motivación y voluntad eran más fuertes que cualquier cosa en estos momentos, gire a la derecha para internarme en el angosto callejón. No recibo ninguna señal, así que continúo. La lluvia se hace más intensa y el negro manto que me circunda es cada vez más impenetrable. —maldición—mis pasos cada vez se hacen más lentos pero aun así continuo, puedo ver perfectamente el callejón, empapado, brillando, pero está demasiado oscuro alrededor. Un lobo sale a mi encuentro. Me voy contra el deliberadamente y este se aparta, dando o un salto a la orilla.

Entonces escucho que los ladridos aumentan, no puedo ver a los lobos hasta que se encuentran a un metro de distancia, son demasiados. Todos tratando de alcanzarme las piernas que han perdido su ritmo y caminan con más fuerza solo para salvarse. Empiezo a zigzaguear lo más bruscamente que me permite el pavimento mojado y la risa de un chico que suena una y otra vez. Cuando aparecen más atacantes, agarro una piedra y, empuñada en la mano izquierda, comienzo a repartir golpes que zumban en el viento húmedo antes de chocar a los huesudos lobos.

¿Moriría en este maldito callejón, y no disfrutaría los mejores años de mi vida? ¿Y encima siendo virgen?

Mierda.

Y una mierda.

En esos momentos me sentía sumamente vulnerable, y el simple hecho de formularme esa clase de preguntas en una situación tan peliaguda como la mía denotaba un acto de irresponsabilidad y de absurda paranoia por mi parte. No obstante, la vida me había enseñado que a veces es útil ser paranoico.

La risa de aquel chico ase su escandalosa parte. Las luces al final del pasillo me permiten ver la salida, corro con más fuerza los lobos se quedan atrás, sonrió. —Perfecto—  me confió demasiado y paro bruscamente, estoy a cinco pasos de llegar al final de aquel callejón, unos de los lobos muerden mi pierna tan fuerte que no siento el impacto de la segunda mordida, me arrastran de nuevo asía adentro, siento miedo, ya no puedo distinguir las luces, y la lluvia, también en aumento, empieza a golpearme sin clemencia el rostro, obligándome a cerrar los ojos e impidiéndome ver con claridad el escurridizo camino de aquel callejón, me enfrento a una oscuridad implacable mientras los lobos siguen tirando de mí, de pronto escucho a alguien silbar, los lobos dejan de arrástrame , trato de pararme pero las mordidas son profundas y me quedo en el pavimento, aun mojado, y con miedo, muevo la cabeza hacia atrás para averiguar quién es, pero se mueve tan rápido que no tengo tiempo de defenderme, estoy contra la pared en estos precisos instantes, me lleno de impotencia. Tiemblo. Más de miedo que de frio.





—vamos Mo, no te hare daño—pronunciaba y sostiene las manos del pelirrojo juntas arriba de la cabeza.


—¿¡Quien eres y como sabes mi maldito nombre!!?— sentencia intentando removerse de las manos del contrario, sin tener éxito alguno.


—no tiene importancia saber quién soy en estos momentos—susurra cerca del oído de Mo —pero te puedo asegurar que ya nadie más intentara hacerte ningún daño, claro, a excepción de mí. —ríe—

𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑏𝑙𝑜𝑜𝑑 | 𝟷𝟿 𝑑𝑎𝑦𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora