Capítulo 8. Príncipe.

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«Príncipe»

Volví a mi habitación para poder cambiarme, aún algo mareado y con una punzada de dolor en cada una de mis sienes, mi cabeza estaba terminando de procesar la información que había recibido en el desayuno

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Volví a mi habitación para poder cambiarme, aún algo mareado y con una punzada de dolor en cada una de mis sienes, mi cabeza estaba terminando de procesar la información que había recibido en el desayuno.

—¿Algo va mal?

Alcé mi vista, sorprendido. Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que tardé en reconocer a la forestniana recostada en mi cama.

—Flor

Ella me dedicó una tímida sonrisa.

—Hola —me saludó sentándose sobre la cama y cruzando sus piernas, traía un ligero pero bonito vestido amarillo que contrastaba con su piel trigueña. Lucía muy bonita.

—¿Por qué no me dijiste que estabas aquí? —pregunté confundido.

—No quería causar problemas.

—Tú nunca causas problemas.

Me acerqué a ella para saludarla con un tierno beso.

—¿Están muy enojados? —preguntó en cuanto me separé.

—¿Quienes?

—Tus papás.

—No.

Ella parpadeó, sorprendida.

—¿No? —preguntó incrédula—. Pero ayer... lucían bastante molestos.

—No contigo —le prometí sentándome a su lado— ni con lo que estábamos haciendo. Se enojaron porque olvidé ir a una reunión y quieren que me tome mi papel de príncipe más en serio.

—Oh —pronunció ella, con la mirada perdida—. ¿Entonces tú y yo estamos bien?

—Perfectamente —respondí envolviendo mis brazos en su cintura para acercarla aún más a mí.

Flora subió su mano hasta mi barbilla y la acarició suavemente.

—Debiste decírmelo —dijo haciendo un pequeño puchero— estaba preocupada.

—Lo siento —durante un segundo dudé si debería decirle la verdad, pero Flora ya era parte de mi vida y también tenía derecho a saberlo—, el ataque me distrajo.

Ella abrió sus ojos, asustada.

—¿Qué ataque? —susurró.

Tardé algunos minutos en contarle la historia y ella me escuchó en completo silencio. Cuando terminé, tenía el ceño fruncido y una mirada angustiada. Yo pasé mi índice por su frente para eliminar las arrugas de preocupación.

—¿En qué piensas? —indagué.

—En que no quiero que nada te suceda —confesó.

Bajé mi mano hasta su barbilla y la alcé lentamente para poder mirarla a los ojos.

Sunforest 3. Jared Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora