Capítulo 23. Huída.

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«Huída»

Abrí los ojos, bastante desorientado y no tardé en comprender qué era aquello que me había despertado; el sol entraba por mi ventana, alcanzando la cama y dándome de lleno en la cara

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Abrí los ojos, bastante desorientado y no tardé en comprender qué era aquello que me había despertado; el sol entraba por mi ventana, alcanzando la cama y dándome de lleno en la cara.

Algo acalorado, me giré para escapar de los rayos y froté mis ojos con pereza. Sabía que debía de ser muy tarde como para que el sol ya estuviera en esa posición, pero sentía mi cuerpo pesado y decidí quedarme otro minuto en la cama, buscando la fuerza para levantarme.

Escuché un golpeteo en la puerta y gruñí un "quién es". Nadie respondió, pero identifiqué el murmullo de la puerta abrirse y a pesar de que no abrí los ojos, supe inmediatamente quien era, solo una persona entraba a mi habitación de esa manera, sin preguntar y sin pedir permiso.

—Aiden —murmuré con voz ronca y pastosa.

Abrí los ojos unos milímetros para alcanzar a verlo, él ya se estaba sentando en el borde la cama.

—¿Te sientes mal o algo por el estilo? —preguntó con un deje de preocupación—. Hace años que no te levantas tan tarde.

—¿Qué hora es?

—Mediodía.

—Mierda.

Me senté en la cama y las sábanas resbalaron hasta mis caderas. Aiden me examinó, sereno, intentando ocultar una chispa de preocupación en el fondo de sus ojos amarillos.

—No te ves bien —murmuró.

Aiden siempre se preocupaba demasiado, incluso cuando éramos niños.

—Solo estoy cansado —le expliqué—, ayer fue un día difícil.

—¿Sucedió algo?

—Ya lo creo —dije pateando las sábanas para ponerme de pie.

Él observó mi ropa y yo recordé que ni siquiera me había molestado en cambiarme el día anterior. Simplemente me había tumbado en la cama y dormido casi de inmediato. Aún así, no hizo ningún comentario al respecto.

—¿A dónde vas? —preguntó cuando le di la espalda para buscar ropa limpia rápidamente.

—Con Ada —le dije como si la respuesta fuera obvia.

—La escuela no tarda en acabar —comentó con cierta advertencia—. Y hoy tienes entrenamiento con los forestnianos en la tarde. Si te sientes mal deberías continuar descansando.

—¿Quién eres tú? —pregunté con burla—. ¿Mi madre?

—Apuesto que si yo fuera Amira me escucharías.

—Siempre te escucho —lo tranquilicé— pero realmente tengo que ver a Ada o va a preocuparse.

Lo miré por encima de mi hombro y él entrecerró sus ojos.

Sunforest 3. Jared Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora