«Heroína»
No noté que me había quedado dormido hasta que me despertaron. Abrí los ojos, confundido, y miré el rostro de mamá frente a mí. Ella llevó uno de sus dedos a su boca para indicarme que guardara silencio y yo la obedecí, sin hacer ningún ruido.
Ada seguía sobre mí, pero había resbalado un poco y ahora estaba recostada sobre mi abdomen. Mamá la movió con mucho cuidado y yo la ayudé para acomodar el resto de su cuerpo a mi lado, sobre la cama. Ella no despertó, debía estar agotada de tanto llorar.
Estiré mi cuerpo entumecido y solté un pequeño bostezo, ¿cuánto tiempo habíamos dormido?
—Lamento haberte despertado —dijo mamá después de meter a Ada bajo el edredón— pero ya se veían algo incómodos.
—¿Qué hora es? —pregunté de pronto nervioso—. Tengo entrenamiento con Zigor y los forestnianos.
—El entrenamiento acabó —anunció mamá tranquilamente.
Hice una mueca.
—Lo siento, no pretendía quedarme dormido.
Mamá negó con la cabeza, palmeando mi rodilla de manera tranquilizadora.
—Yo iba a despertarte —explicó— pero tu padre me dijo que mejor te dejáramos dormir. Últimamente luces muy cansado y, por un día, Zigor puede ocuparse de todos los forestnianos sin ningún problema.
—Mira quien lo dice —dije señalando sus ojeras.
—Bueno, todos hemos estado muy cansados —admitió ella y volvió a mirar a Ada con preocupación—. ¿Ella está bien?
—Ezra y Ada terminaron —dije con voz muy baja—. No sé si está bien... tiene el corazón roto.
—Oh —exclamó mamá, pensativa.
—¿Tú estás bien? —quise averiguar, recordando su actitud a la hora de la comida.
Ella sonrió ante mi preocupación.
—¿Por qué no damos un paseo y hablamos un rato? —propuso.
—Ok —acepté.
Salimos del castillo en un silencio para nada incómodo, justo a tiempo para disfrutar de los últimos vestigios del atardecer. Mamá miró el cielo, encantada con ese color rosado que lo cubría por completo. Yo preferí mirarla a ella e intentar descifrar sus reacciones, ya no lucía tan estresada como antes y eso me estaba calmando un poco.
Mamá desvió la vista al sentir mi mirada y los dos nos observamos sin decir una sola palabra, ambos más preocupados por el otro que por nosotros mismos. Fue ella quien decidió romper el silencio.
—Hace mucho que tú y yo no paseábamos —comentó con tranquilidad.
Yo asentí, junto con un intento de sonrisa.
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Sunforest 3. Jared Rey.
Fantastik«Ada se encontraba a salvo. Lejos de nosotros y sin tener idea de que era la poderosa princesa de SunForest... pero sana y salva. Y eso era lo más importante. Sin embargo, algo en mi interior nunca me dejó tranquilo. Desde que Ada había nacido, yo m...