«Prueba»
Durante el resto de la asamblea mis padres demostraron sus años de experiencia en reuniones, haciéndome entender que todavía tenía que aprender muchísimo de ellos. Ambos se mostraron increíblemente tranquilos, fluyendo como el agua que corre en un río, hablando en los momentos oportunos y callando en el punto exacto para volver a entregarme el control, moviéndose a mi alrededor con la frecuencia adecuada para mostrar su apoyo y entera confianza.
Por eso, cuando todo acabó y mientras volvíamos al castillo, por fin pude relajar los hombros y mirarlos con la sorpresa que había estado reprimiendo. Creo que nunca antes había estado tan consciente de lo bien que aquello se le daba a mis padres, hasta ahora.
Ellos lucían bastante relajados y felices, papá se había acercado a mamá para rodear su cintura y caminaban abrazados, con la suave tela del vestido lila flotando alrededor como si fuera agua atrapada en el aire. Ella encontró mi mirada y me sonrió con una dulzura a la que yo ya estaba acostumbrado, pero que ese día disfruté tanto como si estuviera paladeando la miel líquida en mi boca.
—Eso fue increíble —dijo mamá, orgullosa—. Lo hiciste muchísimo mejor de lo que esperábamos.
Yo me encogí de hombros, intentando restarle importancia.
—Solo fui yo mismo —expliqué recordando el consejo de Flora.
Una punzada de decepción me invadió al recordar que ella había decidido volver a casa con sus padres, de estar ahí, probablemente ya la hubiera llevado a mi habitación para agradecerle con unos besos que la dejarían sin aliento.
Dandelion, Samara y Aiden caminaban con nosotros, aunque unos cuantos pasos más atrás. Alcancé a ver como los ojos amarillos del mayor se posaban en mí, tan orgullosos como los de mis padres.
—Serás un gran líder —dijo con voz clara.
Samara asintió con vehemencia al escucharlo, intentando demostrar que ella también estaba de acuerdo con lo que su esposo acababa de decir.
—Vaya —exclamó Aiden junto con un silbido y una gran sonrisa—, lo dicen como si fuera una sorpresa. Yo, por mi parte, ya sabía que lo sería.
No pude evitar reír al escuchar a mi mejor amigo, aunque muy en el fondo sus palabras también me habían conmovido.
—Joham... —dijo mamá sin poder evitar hablar con cariño—. Solo díselo.
Con curiosidad, busqué los ojos verdes de mi padre y los encontré evaluándome. Me tensé inconscientemente, cuadrando mis hombros y conteniendo la respiración.
—¿Decirme qué?
—Bueno, no quisiera que te enfades, pero la verdad es que todo esto fue una especie de prueba —confesó— y la has pasado con creces.
—No me digas —comenté con un tono sarcástico—, y yo que creía que hoy habían amanecido con flojera de dirigir una asamblea y por eso me habían puesto a mí.
Él alzó una de sus comisuras, en una media sonrisa.
—Era una prueba —continuó— para evaluar si estás listo para convertirte en rey.
—¿Qué? —pregunté, incrédulo.
—No nos estamos haciendo más jóvenes, hijo.
—¿De qué hablas? Apenas tienes 44 años y estás tan sano como un roble. Además, mamá es más joven que tú...
Ambos rieron, como si acabaran de ponerse de acuerdo con que yo había dicho algo bastante chistoso a pesar de que yo no le encontraba la gracia.
—Tranquilo —me calmó mi padre al notar mi ansiedad—. Aún faltan algunos años para que te conviertas en rey, pero, después de hoy, tampoco creo que sean muchos...
—Necesito más tiempo —les pedí.
Papá alzó sus cejas, algo sorprendido.
—¿Tiempo para qué?
—Para aprender muchísimas más cosas de ustedes —confesé—. Quiero ser tan bueno como ustedes.
Ambos pestañearon y me observaron como si los acabara de tomar con la guardia baja, mamá fue la primera en recuperarse y alzó su brazo izquierdo para levantar mi barbilla y obligarme a verla a los ojos; eran tan azules, bonitos y sinceros como los de Ada, y también podían traspasarme como si dos rayos X estuvieran examinando el interior de mi cabeza, leyendo con claridad mis pensamientos.
—Eres nuestro hijo. —Sus ojos azules brillaron como dos gemas planas y preciosas—. Ya eres tan bueno como nosotros.
Yo sonreí, hace años que no me aferraba a ella como si fuera un bebé que necesitaba sentirse seguro en medio del círculo de sus brazos, pero, casi sin ordenármelo, di dos pasos torpes y me dejé caer en su pecho, abrazándola con una fuerza impregnada de amor.
Había crecido tanto que yo ya era más alto que ella, pero cuando sus brazos me rodearon y me apretaron con cariño, me sentí de nuevo como un niño de 5 años protegido por su madre.
—Te quiero, mamá.
—Oh Jared —susurró ella en mi oído y percibí las lágrimas en su voz. Me separé de ella y le di un beso en la frente, limpiando con mis pulgares su rostro húmedo—. Son de felicidad —me prometió.
—Lo sé.
Miré a mi alrededor y con alivio comprendí que Dandelion, Samara y Aiden nos habían dejado solos, marchándose tan discretamente que ni siquiera me había dado cuenta. Solo quedaba papá, de pie a nuestra derecha y observándonos con unos ojos tan dorados como una puesta de sol. Me sonrió al notar mi mirada, pero se quedó ahí, como si quisiera grabar esa imagen en su memoria para siempre y estuviera absorbiendo todos y cada uno de los detalles. Al final suspiró y cruzó los brazos sobre su pecho, abrazándose los codos.
—Bien, lo haremos a tu manera.
Yo lo miré sin comprender.
—¿Qué cosa?
—Tu coronación —explicó como si fuera obvio—. Lo haremos cuando te sientas listo y seguro, no más pruebas. Este es mi voto de confianza hacia ti.
Y eso valía muchísimo para mí.
—Gracias.
Él negó con suavidad, sin apartar sus ojos de mí.
—No tienes nada que agradecer, te lo has ganado a pulso.
Y se acercó con zancadas para rodearnos a mamá y a mí, en un abrazo que sería difícil de olvidar.
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Sunforest 3. Jared Rey.
Fantasy«Ada se encontraba a salvo. Lejos de nosotros y sin tener idea de que era la poderosa princesa de SunForest... pero sana y salva. Y eso era lo más importante. Sin embargo, algo en mi interior nunca me dejó tranquilo. Desde que Ada había nacido, yo m...