«Luz»
El dolor se convirtió en paz y el frío desapareció.
Cuando alcé mis párpados y me encontré con aquel cielo estrellado que había visto anteriormente, supe que ya no estaba en el infierno. Me quedé quieto un buen rato, disfrutando de aquel silencio y de lo ligera que estaba mi alma. Por primera vez en mucho tiempo no sentía dolor, ni hambre, sueño o cansancio. No estaba preocupado o enojado, ni siquiera triste. Todo se resumía a ser y estar en el momento.
—Te dije que seguir adelante no es terrorífico —dijo una voz que yo ya conocía muy bien.
Me levanté al escucharlo y me senté sobre el espejo de agua que se encontraba debajo de mí. El oráculo estaba conmigo, observándome con sus dos ojos dorados.
—Ahora si estoy muerto, ¿verdad?
El oráculo me dedicó una sonrisa triste y asintió levemente.
—Hiciste lo correcto —dijo como si me estuviera felicitando.
—Me la pusiste difícil —me quejé—. ¿No pudiste habérmelo dicho desde un principio? Habría tenido tiempo para despedirme...
—¿Crees que si yo llegaba y te decía que era de tu destino morir lo hubieras aceptado así de fácil?
Suspiré.
—Probablemente no —admití—, hubiera pensado que estabas loco.
—No estabas listo —explicó— para abandonar a tus padres, a tu novia, tus planes, tus sueños...
Tragué saliva al escucharlo. A pesar de que me seguía sintiendo en paz, ese pensamiento era duro de digerir.
—Nunca habría estado listo para hacer eso —negué.
—Pero cuando tuviste la visión que te regalé —replicó— no dudaste, ni lo pensaste dos veces. Viste tu muerte y la aceptaste porque estabas seguro de que eso ayudaría a tu hermana. Te sacrificaste porque sabrías que valdría la pena hacerlo por ella.
Asentí, dándole la razón.
—Por eso me pediste que no se lo dijera a mis padres —comprendí.
—Ellos te aman tanto —afirmó el oráculo— que no hubieran sido capaces de tomar la decisión correcta. Habrían hecho todo lo posible por salvarlos a los dos, por no perder a ninguno... y eso solo los hubiera condenado a todos.
—¿Qué hubiera pasado si yo me negaba a morir?
—¿Estás seguro de que quieres saberlo?
—Llámalo curiosidad.
El oráculo se tomó un momento para responder, pero al final lo hizo.
—Habrías tenido un futuro, una esposa y una niña hermosa. —Algo muy parecido a un vacío creció dentro de mi pecho al escucharlo—. También hubieras sido coronado como el rey de Sunforest, pero tu hermana no habría estado ahí para verlo, porque ella estaría gobernando el infierno junto a Azael. Al final, ella tendría que matarte para poder acceder al poder del bosque y tú habrías tenido que decidir entre proteger a tu familia y matar a tu hermana, o dejarla viva y perder todo lo que amas.
ESTÁS LEYENDO
Sunforest 3. Jared Rey.
Fantasy«Ada se encontraba a salvo. Lejos de nosotros y sin tener idea de que era la poderosa princesa de SunForest... pero sana y salva. Y eso era lo más importante. Sin embargo, algo en mi interior nunca me dejó tranquilo. Desde que Ada había nacido, yo m...