«Hermana»
—¿En dónde está mi hermana? —pregunté, una vez más.
El tío Raúl me sonrió, pero eso no me distrajo. Papá dijo que faltaba poco para conocer a mi hermanita y yo tenía muchas ganas de verla.
—No seas impaciente —me regañó—, tu papá nos avisará cuando puedas verla.
Miré mis pies, aburrido. Esperar era aburrido. Ese día estaba siendo muy aburrido.
—Jared —me llamó la novia del tío Raúl—. ¿Quieres ver magia?
Yo entrecerré mis ojos y la miré con sospecha.
—Tú no puedes hacer magia.
—Claro que sí —dijo sonriendo como una boba—. Mira, ¿qué tienes en tu oreja?
Yo no me moví cuando acercó una de sus manos a mi oreja. Luego, miré una cosa redonda y plateada que estaba sobre su mano extendida.
—¿Qué es eso?
La sonrisa de la novia se hizo más chiquita.
—Es una moneda
—¿Qué es una moneda? —pregunté confundido.
—Eres un niño difícil de sorprender, ¿eh?
—¿No ibas a hacer magia?
El tío Raúl se rió y la novia lo golpeó en el estómago.
—Auch —dijo aguantándose la risa cuando la novia lo miró enojada. A veces, mamá miraba a papá de esa forma—. Bueno, aquí el experto en hacer magia eres tú, ¿no?
—Sí.
—¿Quieres enseñarnos?
Recordé el truco que mamá me había enseñado y puse mis manos en frente de mi boca. Soplé fuerte para que muchas burbujas salieran de ellas. La novia las miró sorprendida.
—Admito que jamás podré superar esto —dijo intentando atrapar algunas.
—Muy bien hecho, Jared —me felicitó el tío Raúl.
Samara apareció frente a mí y miró las burbujas.
—¿Tú las hiciste?
—Sí —respondí orgulloso—. Mamá me enseñó.
—Eres un niño muy inteligente.
Yo sonreí. Samara me gustaba mucho.
—¿Va todo bien? —preguntó el tío Raúl, que ya no estaba riendo—. Hace rato que no tenemos noticias, comenzaba a ponerme nervioso.
—Hubo algunas complicaciones —dijo Samara, tan bajito que tuve que acercarme para escucharla.
El tío Raúl se puso de pie de un salto.
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Sunforest 3. Jared Rey.
Fantasy«Ada se encontraba a salvo. Lejos de nosotros y sin tener idea de que era la poderosa princesa de SunForest... pero sana y salva. Y eso era lo más importante. Sin embargo, algo en mi interior nunca me dejó tranquilo. Desde que Ada había nacido, yo m...