Capítulo 14. NIKITA

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¬ ¡Te juro por Dios que era ella, Liam! ¬ Era una voz profunda, algo ronca, pero no sonaba como la de un adulto.

¬ ¿Has tenido algún problema, Suzume?

Se abrió la otra puerta del coche.
Alguien - supongo que el tal Liam - exhaló un suspiro de alivio.

¬ Gracias a Dios. ¬ dijo la otra voz masculina, con cierto acento sureño ¬ Vamos, vamos, vamos, entra. No sé qué sucede, pero no quiero quedarme aquí más tiempo del necesario para saberlo. Los rastreadores son ya bastante malos de por sí.

¬ ¿Por qué no quieres reconocer que era ella? ¬ dijo la otra voz.

¬ Porque nos deshicimos de ella en Ohio, por eso.

Y en aquel momento, por encima de la voz de los dos desconocidos y de la sangre que me bombeaba en el interior de los oídos, escuché otra voz: ¬ ¡ANIKA!, ¡ANIKA!, ¡ANIKA!

Cate.

Me llevé las manos a la boca, intentando que no se me escapase ni una respiración.

¬ ¿Qué demonios? ¬ dijo la primera voz que había escuchado ¬ ¿Es eso lo que pienso que es?

El primer disparo estalló como un petardo.
Tal vez fuera la distancia, o tal vez que quedó amortiguado entre un ejército de árboles y maleza, pero me pareció inofensivo. Una advertencia. El siguiente mostró unos dientes mucho más afilados.

¬ ¡Para! ¬ oí que gritaba Cate ¬ ¡No dispares!

¬ ¡LEE! ¬ esta vez el grito provenía de dentro del transporte.

¬ ¡Lo sé, lo sé! ¬ El motor resopló hasta cobrar vida y el chirriar de los neumáticos lo acompañó.

¬ ¡Zu, el cinturón! ¬ volvió a gritar la voz.

Intenté sujetarme en algún sitio, pero el coche me zarandeó entre los asientos.

Me golpeé la cabeza contra el panel de plástico del lateral y contra la cabeza contigua, pero dado que estaban disparando contra el vehículo, era natural que nadie prestara atención a los extraños sonidos que emitían los asiento del medio.

Me pregunté si Rob le habría pasado el otro rifle a Martín.

¬ Zu, ¿ha pasado algo en la gasolinera? ¬ insistió la voz que había identificado como Liam/Lee.

Sus palabras contenían cierto matiz de apremio, pero no de pánico.
Llevaríamos unos diez minutos en marcha y nos habíamos alejado de los disparos.

Su compañero, sin embargo, era otra historia.

¬ Oh, Dios mío, ¿más rastreadores? ¿Pero qué pasa? ¿Acaso están celebrando una puta convención? Supongo que eres consciente de lo que habría sucedido si nos hubieran pillado, ¿no? ¬ dijo en tono crítico ¬ ¡Y disparaban contra nosotros! ¡Nos disparaban! ¡Con una escopeta!

La chica, que debía de estar en algún sitio que quedaba a la derecha de mí, soltó una risilla. Yo tuve que volver a taparme la boca o me reiría con ella.

¬ ¡Me alegro de que lo encuentres gracioso! ¬ dijo el otro ¬ ¿Sabes lo que pasa cuando te alcanza un disparo? La bala te desgarra y ... .

¬ ¡Chubs! ¬ La voz del sureño sonó lo bastante cortante como para interrumpir cualquier historia macabra que el otro pretendiera compartir.

"¡Qué sádico el Chubs!" "I like it".

¬ Tranquilízate, ¿entendido? Estamos bien. Hemos estado más cerca de lo que me habría gustado, pero ya está. Mañana tendremos que intentar cometer menos errores, ¿no es así, Zu?

All For Us  |  The Darkest Minds | #AFU1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora