↬ ᴅᴀʏ 20

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Miércoles once de Febrero.

Tres días para San Valentín.

Y yo no tenía ni un puto regalo para Billy.

Mi mente divagaba de recuerdo en recuerdo buscando el presente perfecto para Billy, que saldría de ese sucio hospital el mismísimo catorce de Febrero. Si fuese posible, juraría que sientía llamas quemando las venas de mi estúpido cerebro.

La silla de mi escritorio aplastaba mi trasero acalambrado. Frustrado, dejé caer mi cabeza hacia el respaldar y cerré mis ojos.

A la mierda. ¿Quién necesitaba un regalo material teniendo a Freddy Freeman en su vida?

Tres golpes en la puerta de mi habitación hicieron eco en mis oídos.

─¿Freddy, ya despertaste?

¿Ya es de día?

Aparté un pequeño extremo de mi cortina oscura para ver el exterior y la luz del cielo nublado me cegó. Eran las siete a.m.

Genial.

─Sí ─alcé un poco la voz y comencé a recoger los envoltorios de caramelos de mi escritorio─. ¡Pero no haré el desayuno de todos!

─No es eso ─aclaró Víctor pesadamente─. Necesito hablar contigo.

Mi ceño se frunció y una extraña sensación recorrió mi cuerpo, quizás preocupación o nervios, como cuando era mi turno de explicar un tema delante de mis bobos compañeros de clase y temía equivocarme en algo. Todos bobos.

─Umh, claro. Aguarda un segundo, Víctor.

Caminé hasta el pequeño baño con el que contaba mi habitación, observé mi rostro en el espejo, primero un perfil y luego el otro. Las ojeras debajo de mis ojos hinchados no se veían tan mal a comparación de las oscuras de mi fisioterapeuta; cada vez que las veía casi que podía notar tierra acumulada en ellas, asqueroso.
Abrí el grifo, lavé mi rostro y mojé mi cabello, necesitaba mantenerme despierto al menos media hora más si quería evitar un regaño de mis padres por no dormir adecuadamente.

Por culpa de un idiota.

El idiota más perfecto que conocí.

Estúpido Billy, hermoso de mierda.

Regresé a mi habitación y me hundí en mis sábanas. Mi vista se clavó en las barras de madera que sostenían el colchón de arriba y... deseé que él estuviera durmiendo ahí lo más pronto posible.

─Me estoy haciendo viejo, Freddy. Si muero aquí afuera será tu culpa y te visitaré cada noche ─intentó bromear. Sí, lo intentó.

─Muy gracioso ─respondí serio─. Ya, ven.

La puerta se abrió, Víctor ingresó a mi cuarto y tomó la silla en la que estuve sentado toda la noche para ahora hacerlo él.
Nos quedamos en silencio unos segundos, su mirada era divertida y apenas sonreía, mientras que mi expresión era la misma que llevaba en las clases de Matemática, ¿qué carajos?

Alcé mis cejas, incitándolo a que dijera algo, sería muy incómodo que nos quedaramos viendo toda la mañana nuestras caras de zombie. De hecho, fue incómodo para mí desde el momento en que me pidió hablar con él.

─Escucha, hijo ─aclaró su garganta─. He estado pensando-

─¿Piensas? ─Reí, en plan de aligerar las cosas. Para mi suerte, él también rio.

─Tiene que haber alguien en esta casa que lo haga, ¿no?

Sonreí. Así estaba mejor.

Tomó aire y fijó su mirada en el suelo. Al parecer los papeles se habían invertido, Víctor transmitía nerviosismo; era extraño.

─Sé que no he sido un padre ejemplar para ti estos últimos meses y... discúlpame por eso ─ya sabía a dónde se dirigía─. Supongo que mi instinto de protección no reaccionó de la mejor manera ─soltó una pequeña risa que quedó abandonada en el aire tan rápido como fue expulsada─, pero te afectó muy mal, y no planeo seguir haciéndote ese daño que lo único que provoca es que aleje cada vez más a mi niño, mi hijo, de mí.

Para este punto, mi sonrisa se transformó en una comprensiva, y realmente lo comprendía. A pesar de no haber tomado las mejores decisiones, seguía siendo el hombre que me dio un pedacito de hogar y deseaba mi bien.

Me tranquilizaba saber que su mentalidad estaba cambiando, o eso quiso demostrar. Me devolvía la confianza que había perdido hacia él, esa confianza que actualmente se sentía frágil y valiosa, como un adorno de vidrio que fue restaurado pero temes que algún movimiento brusco termine por acabar con él definitivamente.

Nunca fui una persona rencorosa, solía perdonar a los demás en poco tiempo, algo que no sabía con exactitud si era positivo o negativo, así que no tardé en asentir ante sus palabras, aceptando la disculpa.

Víctor apoyó sus codos en sus rodillas y suspiró.

─Voy a preguntarte algo y quiero que respondas con sinceridad.

|•••|

─Debes elegir uno: ¿azul o rojo?

─¿Para qué quieres saber eso, Freddy? ─dudó, pero sonrió.

─Sólo dime, idiota.

─Me, idiota.

Mi puño se estampó en su pecho y, más allá de causarle dolor, comenzó a reír y sus ojos verdes se hicieron más pequeños. Tomé asiento a su lado en la cama.

La habitación del hospital ya no era deprimente como antes, al contrario, estaba llena de recuerdos bonitos. Y le pertenecía a un chico bonito.

"¿Qué tan necesario es para ti que Billy siga en tu vida?"

─Te diré cuál prefiero si me das un beso.

"Es decir, ¿realmente lo... amas?"

─Aún no podemos ─me acerqué a su rostro─. ¿Me harás romper las reglas para decirme tu color favorito?

Me miró incrédulo.

─No fingas ser inocente. Ya, ven aquí, pequitas.

"Yo..."

Tomé sus mejillas y lo besé, las cosquillas seguían ahí. Nos besamos una vez, luego otra, y otra. Cada segundo que pasaba me sentía más enfermo, más amado, más estúpidamente enamorado.

─El rojo es lindo ─acarició mi cabello─, me recuerda a tus mejillas.

"Realmente lo amo."

Así estaba mucho mejor.

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QUÉ ONDA LA BANDA

Me siento re feliz a pesar de que soy promo y voy a volver a tener clases recién en septiembre jsjsjd ;( y nada, espero que ustedes también estén bien

Lxs amo y perdón la tardanza, la cuarentena me afecta psicológicamente
<3

-ᴍ.

A Train To Your Heart || FreebatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora