Ayer me fui a dormir con la mejor de mis sonrisas, sin importar que Rosa, Víctor y Darla me hayan regañado por llegar a casa casi a las diez de la noche.
Valió la pena.
Casualmente soñé contigo: viajábamos en tren, los dos solos. No sabía nuestro destino, pero la emoción que inundaba mi pecho era rara, nunca la había experimentado y se sentía bien.
Veías pasar los árboles congelados a través de la ventana. Traías un elegante traje color cereza con detalles negros, no recuerdo las formas de éstos con exactitud, mientras que yo me encontraba sentado junto al pasillo y vestía un atuendo similar al tuyo, aunque completamente oscuro y con delicados bordes del propio color predominante en ti.
Tomabas mi mano con firmeza y con tu pulgar le dedicabas caricias a mi piel.
En ese momento noté el hermoso anillo dorado que decoraba mi dedo anular izquierdo, el cual conecta al corazón. En él, estaba la pequeña figura de murciélago que representa a Batman y se podían notar algunos destellos saliendo gracias al sol, iluminando levemente la parte superior del tren.
Viré mis ojos hacia tal extremidad perteneciente a ti y allí la vi: la misma joya pero en su versión plateada.
Abandonaste tu vista de la ventana para observarme y quise sonreír, mas no pude al percatarme del reflejo de preocupación en tus orbes claros.
"La nieve cae lento hoy, no te apresures."
|•••|
El reloj digital de la cocina mostraba los números 15:48 y mi impaciencia aumentaba a la par de ellos. Parte de mi familia se había ido de compras, los demás jugaban en el parque nevado y yo decidí quedarme en mi hogar esperando el horario habitual para ver a Billy.
No podía esperar un minuto más.
Salí de mi casa a paso rápido, sin siquiera dejar una nota avisando que me iría. Quería llegar lo antes posible, no podía perderme ni un solo instante junto a ti.
Luego de algunas cuadras, mi muleta resbaló a causa de la escarcha de la vereda, aunque, por suerte, no caí al suelo. Detuve mi andar, cuando un copo de nieve se posó sobre mi nariz, derritiéndose a los segundos.
"La nieve cae lento hoy..."
Mi pecho subía y bajaba por como respiraba agitadamente, no acostumbraba a caminar a tal velocidad por mi pierna mala, la cual comenzaba a doler.
"...no te apresures."
Sin embargo, continué mi recorrido manteniendo el ritmo anterior, ya que faltaban pocas cuadras para llegar a mi destino. No cambiaría nada esforzarme más de lo que debería.
¿No?
Las flechas del enorme y viejo reloj de la estación marcaban las 16:13, había llegado demasiado pronto.
Me dispuse a rondar por el lugar por si te encontraba... mala idea.
Desgraciadamente, las únicas dos personas que odio en este mundo se encontraban frente a la esbelta señorita encargada de vender los boletos de tren... a unos metros de mi.
Y me observaban con sus típicas sonrisas burlescas.
Inconscientemente, en cada uno de mis ojos se acumuló una capa de esa agua salada tan cotidiana. ¿Era necesario ver sus estúpidas caras justo ahora y aquí? ¿Y por qué querrían viajar en tren teniendo una camioneta recién comprada?
Me di la vuelta y aceleré mi paso, apretando mis labios a causa del dolor punzante de mi pierna, deseando por primera vez tener el super poder de la invisibilidad.
Espero hoy sea mi día de suerte y no el de mi muerte.
─¡Hey! ¡Inválido!
Hice oídos sordos a sus llamados a mis espaldas, mi piel se erizaba un poco más con el sonido de unos pasos casi raspando la piel de mis talones. Creí que realmente había funcionado el haber fingido no escucharles, pero al darme la vuelta pude ver que no, me había equivocado, de hecho, se dirigían hacia mi con suma tranquilidad y su detestable aura de altanería.
No tenía escapatoria. Para salir de la estación tenía que bajar unos quince escalones y con mi condición era imposible hacerlo rápido. Podía encerrarme en los baños hasta que suban al tren, no estarían en la estación por siempre, aunque no sabía el horario de partida que habían comprado. Tal vez les quedaba una hora de espera, en la que se entretendrían conmigo.
Otra opción era comenzar a charlar con uno de los guardias del lugar, y así evitaría estar cerca de mis abusadores. Si tan sólo hubiese uno cerca.
La cantidad de gente no me dejaba distinguir con claridad tu anatomía, quería verte por primera y última vez en el día antes de, seguramente, ser golpeado.
─¡No tengas miedo, marica!
Mi sangre era más fría que la de una serpiente. Me terminé de congelar cuando oí el típico sonido del suelo siendo aplastado por unas zapatillas corriendo hacia mi y una mano tomándome por el hombro.
Ya era tarde.
─Tranquilo, camina conmigo y mantén tu cabeza al frente.
Una ola de alivio recorrió cada centímetro de mi cuerpo al percibir el suave sonido de tu voz. Sostenías con fuerza tu guitarra y busqué tu caja lila, pero extrañamente no la traías.
Te extrañé tanto.
─Billy... ─ahogué un grito de emoción cuando me dedicaste una de tus tranquilizadoras sonrisas y proseguí:─. ¿A d-donde vamos?
─Conozco un lugar en donde podremos estar en paz, sin esos estúpidos ─Te giraste hacia atrás un momento y tus ojos se entrecerraron en duda.
─¿Qué sucede?
─Están lejos, pero aún nos persiguen ─tomaste mi mano libre─. No hay que confiarnos, ven.
Estábamos en una zona de la estación que nunca había visitado, caminamos unos pasos más y abriste una puerta, la cual llevaba a un gran pasillo con ventanales difuminados. Al final de éste, yacía otra puerta idéntica a la anterior, salimos de allí y supe casi de inmediato nuestra ubicación.
La vieja estación, en donde la soledad y el polvo reinaban.
Al parecer era mi día de suerte, y lo mejor que hice hoy fue apresurarme.
• ♪ • ♪ • ♪ •
se me estaba haciendo larga esta parte, así que la dividí en 2. Mañana la subo por ser feriado en Arg, si todo sale bien xd
<3 -ᴍ.
ESTÁS LEYENDO
A Train To Your Heart || Freebat
FanfictionBilly Batson se dedica a cantar en la estación de trenes más conocida de Filadelfia con tal de conseguir dinero para comer. Freddy Freeman adora ir a la estación de trenes con tal de ver al bonito chico que canta. • ♪•♪•♪• Fanfic 100% mía. No acepto...