↬ ᴅᴀʏ 18

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Freddy se encontraba acostado o, más bien, pegado junto a Billy en la estrecha camilla, ambos de costado observando sus rostros mientras platicaban, siempre cuidando de no estropear ningún cable conectado al mayor. Un movimiento en falso sería lo necesario para provocar la caída de uno. Pero no se quejaban de la cercanía, de hecho la disfrutaban y la necesitaban demasiado.

─No sabes lo que sufrí ahí afuera sin poder verte ─Rio. No sabía de dónde venía esa risa ya que ni siquiera había bromeado. Quizás era la mera felicidad de por fin conversar tranquilamente con Billy.

─Y tú no te das una idea de lo que es tenerte tan cerca y no poder comerte la boca ─Esta vez ambos rieron. Se sentían en el cielo, por poco se podía notar una nube rodeándolos, a pesar de no poder besarse a causa de la molesta enfermedad.

Las actualizaciones sobre el estado de Billy no tardaron en llegar. Debía hacer reposo dentro del hospital mientras las inyecciones actuaban en su sangre y su radiografía de tórax era analizada. Se sentía un poco mejor después de todo, hasta había dejado de toser gracias a los medicamentos.

─Créeme que sí sé lo que se siente ─formó un adorable puchero─. Aunque... Que no pueda besarte en los labios no significa que no pueda hacerlo en otra parte.

Billy levantó una ceja y sonrió ante lo rebuscado que era Freddy. Dos segundos después, los besos del azabache atacaban el rostro y cuello de su compañero con insistencia. Poco a poco y con ayuda del ojiverde logró sentarse sobre la pelvis de éste, con una pierna a cada costado.

Freddy sonrió con inocencia y sus manos comenzaron a recorrer el pecho cubierto por una fina bata celeste, mientras que las manos de Billy aprisionaban la cintura del contrario por debajo de su camiseta morada. Cada pequeña partecita que era tocada por los labios del más bajo se calentaba, la temperatura de la habitación se volvió sofocante a tal punto de lograr un leve ardor en las pieles cubiertas. Todo iba demasiado rápido, pero el par de muchachos anhelaban el siguiente paso con desesperación, y es que ¿cuánto tiempo estaban tardando en acostarse? Freddy admitía haberse sentido inseguro unos meses antes, pero el tiempo pasó y actualmente su cuerpo no resistía los supuestos toques sin calentura que su novio le brindaba.

─Aguarda ─Freeman detuvo los movimientos de ambos y comenzó a descender lentamente de la camilla.

─¿A dónde vas? Creí que querías estar conmigo ─Copió el puchero cuando vio que su novio abría la puerta y comenzaba a salir apurado.

El azabache asomó su cabeza entre la madera blanca y el marco, y sonrió con sus dos mofletes vueltos un par de manzanas rojas.

─No habrá fiesta sin globos.

Y sin decir más, cerró la puerta.

|•••|

La regla de no besarse por precaución había dejado de ser tomada en cuenta desde hace bastantes minutos, al igual que la regla universal de usar ropa.

Hasta el momento todo iba bien. Freddy, al volver, aseguró la puerta de la habitación y dejó que la luz natural del atardecer la inundara. La previa estaba durando su debido tiempo y, aunque eso no significara que no la disfrutaran, ya deseaban pasar al acto principal.

Por un lado, Freddy sentía su cuerpo incendiarse sobre el de Billy, necesitaba aire, agua y algo más que no podía describir exactamente con palabras. Las excesivas sensaciones no lo dejaban concentrarse en besar adecuadamente al ojiverde; las manos apretando sus muslos, separándolos cada vez más; el gran bulto creciendo debajo de él y el suyo propio aprisionado por su bóxer, rozando el estómago contrario; el sabor metálico en su boca, el que no tenía idea si era causado por Billy o por las mordidas de éste. Todo se sentía como una oleada de placentera novedad que no quería dejar escapar.

A Train To Your Heart || FreebatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora