Capítulo 9. Chenqing III.

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Tanto Wei Ying como Song Lan esquivaban los ataques, varios hombres los habían rodeado e intentaban darles estocadas con sus espadas.

El de ojos grises quedó impactado al notar un rostro familiar.

—¿Tú?—preguntó incrédulo.

Y es que se trataba de uno de los hombres que tripulaban el barco, era alguien en que ambos tenían confianza, pero ahora el perro había mordido la mano que le dio de comer.

—No se ofenda joven Wei, no es nada personal—dijo el hombre blandiendo su espada—Pero me enteré que están detrás de la cabeza de Song Lan, sólo que usted se ha envuelto en todo esto. Realmente lo lamento.

Song Lan a su lado no decía nada, pero su mirada era verdaderamente fría.

—¡Te ayudamos cuando más lo necesitaste!—Wei Ying no podía contener su rabia.

—¡Y lo agradezco!—lanzó un segundo ataque—¡Pero así son los negocios!

La pelea se volvió horrible, poco a poco la sangre ajena parecía manchar a las dos figuras de negro que combatían con fuerza. Pronto el lugar quedó destrozado, algunas paredes tenían fracturas y las ventanas estaban rotas.

De una fuerte patada Song Lan mandó a volar a uno de los hombres.

—¡Wei Ying regresa al barco ahora!—gritó ZiChen

—¡No te dejaré solo!—en definitiva no se iría del lugar.

Siguieron peleando pero los hombres parecían no acabar, en este punto ambos poseían heridas graves y el cansancio les cobraba factura. Si seguían así pronto perecerían.

Una espada por detrás atacó al WuXian, pero fue detenida sin esfuerzo por Fuxue.

Los ojos grises se abrieron demasiado mostrando incredulidad. Más de la mitad de su tripulación cargaba con espadas listos para atacar.

—Lo sentimos Capitán—la forma en que lo dijeron tenía burla impregnada. Wei Ying apretó el mango de su espada con fuerza.

¿Realmente el oro valía más para ellos? ¿Dónde quedaron esos años de servicio?

No lo comprendía, ni siquiera eran malas personas, ayudaban a otras embarcaciones. No entendían porque el destino les pagaba así.

La pelea llegó a su punto crítico, los dos ya habían perdido la cuenta de a cuantos hombres conocidos y desconocidos habían matado. Wei Ying respiraba con fuerza mientras se apoyaba en su espada, sentía que no podría sostenerse más.

Song Lan se acercaba de frente a él a paso lento, una de sus manos presionaba su costado. Miró como el ceño del hombre se frunció y antes de reaccionar fue empujado con fuerza.

Uno de los hombres que pensaba había muerto estaba a punto de herirlo desde atrás, el mayor al ver esto lo quitó del camino, recibiendo el golpe, al mismo tiempo alzaba su espada, por lo que ambos hombres se terminaron atravesado, las espadas se hundieron hasta que las empuñaduras tocaros la carne, era el fin de ambos.

—¡Song Lan!—de nuevo esa desagradable sensación.

Olvidándose de su dolor propio se movió rápido atrapando el peso del hombre antes de que cayera.

—WuXian... Llévame al... barco...—dijo en voz baja ZiChen.

—¡Estás loco, debo conseguir un médico!—gritó desesperado el más joven.

—No... Aún soy el Capitán... haz lo que te ordeno—apretando sus dientes Wei Ying siguió las instrucciones de Song Lan. Se acercó al puerto y tomó un pequeño bote para empezar a remar en dirección a la nave, que para su desgracia estaba retirada, cada segundo que pasaba Song Lan perdía color en el rostro y el aroma a sangre aumentaba.

Contra Los Siete MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora