Capítulo 11. Moling.

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—Bueno, los mocosos se quedarán aquí en el barco —dijo Wei Ying mirando al trío mientras él y Lan Zhan subían a un bote.

—No es justo, también queremos ir—se quejó Lan JingYi.

El de ropas negras sonrió—En otra ocasión—dijo guiñando un ojo.

Era muy arriesgado que todos fueran al puerto de Moling, empezando porque el barco no se podían acercar demasiado, más porque si la gente viera un navío negro llegar se desataría el caos, todos entrarían en pánico.

Así que para evitar problemas sólo el Patriarca junto a dos hombres de su tripulación y HanGuangJun bajarían al lugar.

En el bote los dos hombres empezaban a remar rumbo al puerto. Al principio los cuatro estaban en silencio, pero Wei Ying se encargó de romperlo.

—Moling está cerca de GusuLan ¿verdad? —preguntó el joven mientras veían el agua moverse.

Lan WangJi tenía su vista fija en Wei Ying, empezaba a tener problemas para dejar de verle.—Mn.

WuXian por fin le miró y sonrió cuando sus ojos chocaron. —Lan Zhan cuando todo acabe iré a visitarte las veces que pueda, así podrás mostrarme GusuLan con calma, deberás de indicarme los mejores lugares para comer ¡Y sin duda debo de probar su vino!

—¿Nunca lo has visto? —preguntó curioso el Lan.

Wei Ying negó con la cabeza. —Siempre evito los puertos más grandes y famosos, ahí no es fácil pasar desapercibido, además...

Su silencio se prolongó.

—Evitabas a los Jiang —terminó de decir Lan WangJi.

El de ropas negras suspiró profundo. —Sí, tal vez parezca un cobarde, pero no es tiempo de hablar con ellos, incluso si tienen una idea muy mala de mi—. De nueva cuenta desvío su mirada, ahora se podía ver el puerto. —Quizás en un futuro pueda arreglar las cosas... Pero aún con eso no regresaré a Yunmeng.

Lan Zhan no dijo nada, realmente no había algo que decir.

En calma llegaron al puerto.

De un salto Wei Ying bajó y se estiró. —Bien ahora mientras ustedes consiguen más provisiones el Capitán HanGuangJun y yo iremos en busca de algo, en dos horas nos vamos —declaró a los dos hombres de su tripulación.

—¡Sí, Capitán! —hicieron una inclinación y se fueron.

HanGuangJun esperó pacientemente. —¿No debes ocultarte? —preguntó el Lan.

—¿Ocultarme? ¿Acaso HanGuangJun está preocupado por mí? —hizo una sonrisa juguetona mientras empezaba a caminar—. En realidad casi nadie conoce mi apariencia, y la mayoría no creería que yo soy el Patriarca Yiling, no sé porque todos se imaginan un anciano —dijo sin interés—, claro que si aparezco aquí con mi bello Chenqing las cosas cambiarían... ¡Lan Zhan mira!

Wei Ying corrió en dirección a un puesto que tenía pequeñas piezas de porcelana. El de ropas negras agarró lo que parecía un juego de conejos blanco.

—¡Son hermosos!—miró con estrellas en sus ojos las figurillas.

El trabajo se veía fino, eran del tamaño de un dedo pulgar, el barniz le daba una mejor calidad y el material no se veía barato.

—Adelante joven, cómprelos. ¡Se los dejó a un gran precio!—dijo el vendedor.

Wei Ying volvió a colocarlas en su lugar. —Tal vez luego —sonrió al vendedor.

Lan WangJi miró las figuras y las tomó con una sola mano. —¿Cuánto por las figuras?

En cuanto Wei Ying escuchó eso se apresuró a quitarle las piezas de porcelana.

Contra Los Siete MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora