Capítulo 22. Última oportunidad.

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De forma lenta los ojos grises se abrieron, su visión estaba algo borrosa, además de tener un fuerte dolor de cabeza. Cuando por fin pudo ver con claridad, Wei Ying analizó todo lo que estaba a su alrededor. Aparentemente estaba tras las rejas en lo que parecía ser un barco; debido a los acabados y el tipo de madera, sabía que la nave era del clan Jiang. Parecía una pesadilla, pues este era el último barco que quería pisar.

A su lado se encontraba Wen Ning, la cara del joven se iluminó cuando notó que WuXian estaba despertando. De forma rápida el Wen se aproximó y ayudó a Wei Ying a incorporarse.

—Lento Capitán, recibió un fuerte golpe.

Wei Ying hizo un gesto de dolor y masajeó su nuca. —Apuesto una botella de vino a que fue tu hermana quien me golpeó.

Wen Ning bajó la vista. —Así es Capitán...

—¿Qué pasó?—preguntó Wei Ying con la vista fija en el joven de enfrente.

El rostro del Wen pareció derrumbarse, un temblor invadió su cuerpo y sus ojos se volvieron acuosos. —Mi hermana y el Capitán HanGuangJun se quedaron en Chenqing junto al resto de la tripulación... Nos arrojaron a un bote de escape y nos alejaron de la batalla, en cuanto salimos de la neblina el barco del Capitán Jiang nos recogió y terminamos aquí.

Varias imágenes de los últimos acontecimientos atravesaron la mente de Wei Ying, el pánico pareció apoderarse de él. Con visible temor miró al Wen y habló:—¡Tenemos que regresar! ¡Están en peligro!

WuXian empezó a sacudir los barrotes causando demasiado escándalo, pronto se abrió una puerta revelando un par de guardias junto a Jiang Cheng.

—¿Nunca puedes estar tranquilo?—preguntó el Jiang.

—¡Jiang Cheng! ¡Ahora no es el momento, escucha tenemos que regresar!

—¡No, tú escucha!—le cortó Jiang Cheng—¡Lo primero que te dijimos los capitanes es que no hicieras cosas imprudentes! ¿Sabes qué fue lo que hiciste? ¡Justo eso, bloqueaste el paso a nuestros barcos y nos dejaste fuera! ¿Crees que estás en una posición para pedir algo?

Mientras el Jiang le gritaba Wei Ying se mantuvo con la vista baja y apretando los barrotes de metal, lo único en lo que podía pensar era en lo mal acertadas que parecían ser sus decisiones, una tras otra solo conseguía herir a las personas que le importaban.

—Lo siento—murmuró en voz baja—Yo... realmente no quería lastimar a nadie, lo siento.

Jiang Cheng lo miró de forma indescifrable y sólo dijo. —Creo que es muy tarde para pedir disculpas, si no te importa, tengo que ir a limpiar tu desastre allá arriba —dio media vuelta y avanzó algunos pasos antes de detenerse y mirar de soslayo la figura tras las rejas—. No hagas más escándalo.

Sin más continuó con su camino y salió, WuXian sintió como sus piernas perdían fuerza para después caer de rodillas sobre la fría madera.

—Siempre es mi culpa—susurró para él.

Sólo en ese momento, sumergido en su miseria, pudo notar una cinta blanca atada en su muñeca izquierda. Era la cinta de Lan WangJi.

Un dolor profundo inundó su pecho, como si una espada hubiera atravesado su corazón, las lágrimas salinas empezaron a descender por el fino rostro. Detestaba haber sido tan imprudente, en ese momento daría lo que fuera por intercambiar lugares con el Lan, sólo quería conservar viva a la persona que más amaba.

Una cálida mano se posó en su espalda, consolando su pobre alma. —Si no salgo de aquí Lan Zhan morirá—dijo mirando al Wen. —Todos en el barco perecerán.

Contra Los Siete MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora