Capítulo XXII | Eros Martin

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Medio año, seis meses, ciento noventa días, cuatro mil quinientas sesenta horas... todo ese tiempo desde la última vez que le hablé, todo ese tiempo que no pensé que él olvidaría mi cumpleaños, todo el tiempo que pensé que regresaría, que volvería después de leer la carta. He estado tan triste, Lamour no ha querido comer en la última semana, uno de los profesores de la universidad me ridiculizó frente a toda la clase, mi madre sigue atosigándome con sus reglas religiosas absurdas... estoy tan cansado.

Mi yo antiguo recurriría a Danna, pero, creo que Japón está lejos y, además, no quiero escribirle un mensaje o hacer una video llamada solo por problemas de mi vida, ella también debe tener los suyos, lo único que haré será sonar como un dramático. También, pensé en escribirle a Olivia y Azahel para que saliéramos, sin embargo, no quiero decirles que es mi cumpleaños, no sé, siento raro que yo se los diga, aunque, bueno, uno de ellos ya lo sabe desde la medianoche de este día domingo.

AZAHEL: ¡Hola, guapo cumpleañero! Sé que es muy temprano, pero, quería ser el primero en felicitarte. Sé que tienes oculta tu fecha de nacimiento en todas tus redes sociales, bien jugado. Al menos tengo la suerte de que tengas a un hermano tan bueno. Ayer te visité, él dijo que estabas en la biblioteca. Fui por ti, pero, no estabas. Espero pases un gran día hoy y, si no tienes nada planeado, entonces ven a mi casa, la dirección te la dejo en el otro mensaje. Feliz cumpleaños, con gusto te recibiré.

Me gustaría salir con Azahel, se ha portado muy bien conmigo, es tan bonita persona, tan amable y comprensivo. No obstante, creo que no estoy listo para tener a un amigo así y que no me conozca al completo. Él imagina que todo sobre mi debe ser perfecto, un campo de flores y mariposas al que todo el mundo quiere entrar, pero no, no es así, no soy así.

No sé por qué mi mente no deja de llevarme a Troy, es tan insólito. El libro que me encuentro leyendo no tiene nada que ver con...

Amor.

—¡Eros! —llama mi madre.

—¿¡Qué!? —gritó en respuesta.

—¡Te buscan!

Al instante bajo de mi cama y, tras sentir el frio del piso sobre mis pies, tomo la perilla y abro la puerta, la cruzo para salir rumbo a la sala de estar. Era de esperarse ese momento, era de esperarse que esa persona estuviera ahí parada.

Qué soplón es Azahel, lo detesto, quería que este día fuera ordinario y, en estos momentos, debo lidiar con la presencia de...

—¡Olivia! —exclamo alegre abriendo mis brazos.

—¡Eros! —Ella hace lo mismo, forjamos un enérgico abrazo.

Gracias al soplón de Azahel, tengo que pasar el inicio de la tarde junto a Olivia. Una vez nos ponemos cómodos en la sala de estar, ella me dice que me arregle para salir a caminar, yo me niego completamente. El frio del exterior debe estar aterrador, sé que el montón de prendas que ella lleva no es por gusto propio. Es definitivo, no pienso soportar el frio solo para caminar las solitarias calles de este pueblo.

Bipolar.

Lo mejor será que me quede en casita, lo de pensar salir fue una mala idea.

Por nada del mundo pienso decirle...

—Claro, dame media hora y estoy listo.

Torpe.

¡Rayos!

Cuando dejo la sala de estar, me dirijo al baño. Si voy a salir, primero necesito una ducha. Para mi suerte, la regadera cuenta con calentador; sin embargo, y para mi desgracia, el departamento no.

Al estar vestido, con el cabello peinado y oliendo bien, salgo de mi dormitorio. Olivia silba de manera coqueta, lo hace en broma. De inmediato suelto una pequeña risa y, después de colocarme mi abrigo, tomo las llaves para marcharnos.

Mientras nuestros pies colaboran con la caminata y aún no se congelan, Olivia comienza a hablarme de su vida. Según dice, vivir con su tía política no se le hace tan fácil, ambas suelen discutir bastante y eso es algo que la afecta emocionalmente. Mi joven amiga no era parte de este pueblo, se mudó cuando sus padres murieron, ella se quedó sin dinero para pagar la hipoteca y continuar la universidad, estaba en último año. Ahora mismo, se dedica a trabajar de niñera, mientras espera una vacante en «Heaven's», la cafetería donde trabaja una de sus amigas y...

—Troy Bennett, sí, el antiguo novio de Holland.

—Espera —quedo sin palabras—, ¿ellos terminaron?

—Sí, hace casi seis meses, fue una completa locura, Holland me lo contó todo.

—Entonces... ¿esperas a que Troy abandone el puesto porque ya no debe llevarse bien con Holland?

—Sí, obviamente —responde, después carcajea un poco.

—Te pasas, Olivia. —También me rio.

Hasta ahora todo va bien, espero que el resto de la tarde continúe así.


[...]


Y pasó lo que temía: un plan secreto.

Olivia tenía armada una alianza con Azahel, quien esperaba sentando tranquilamente en una banca del parque a donde nosotros fuimos por «pura casualidad de la vida». Estoy indignado, ¿cómo pueden ser capaces de engañarme de tal manera? Tras calmarme de un enojo que no me atreví a demostrar, los tres vamos a casa de Azahel, donde decidimos, desde un principio, pasar el resto de la tarde.

—¿Quieres? —me ofrece Azahel sosteniendo una cerveza de botella en su mano.

Yo levantó la mirada desde el suelo, donde habito sentado.

—No, gracias.

—¡Oh, vamos, Eros! ¿Vas a decirnos que no quieres tomar un poco el día de tu cumpleaños? —comenta Olivia, mientras presiona unos botones del gran reproductor de música que se encuentra en la sala.

Solo sonrío.

—¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe! —exclaman al unísono los torpes de mis llamados «amigos».

—Bien, bien, de acuerdo. Ya basta —intervengo agarrando la pequeña botella, le doy un sorbo.

La música comienza adentrarse por mis oídos. Olivia sí que sabe usar el reproductor de música y eso que no es de ella.

—¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —grita ella nuevamente al unísono junto a Azahel.

—No, no, chicos... no.

Sin embargo, mis negaciones no sirven de nada para detener aquellos alaridos. Así que, de todos modos y sin importarme nada, me lanzó del precipicio. Siento como el alcohol comienza a quemar levemente mi garganta, tan sutil y deliciosamente. El sonido de la música hace que quiera estremecerme, pero, no, yo no bailo. Mientras tanto, Azahel decide ir por más botellas de cerveza.

Describiría el resto de la tarde como: relajación, buena música y cervecitas frías.

Describiría el resto de la tarde como: relajación, buena música y cervecitas frías

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Fugaz revelación | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora