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Esto no puede ser cierto, ¡santos panecillos! Voy tarde.
Presiento que el amanecer será tan igual a los demás, el sol aparecerá y la oscuridad se irá. Estoy tan agotado, mis vacaciones no pueden acabar de esta forma, se suponía que mi rendimiento físico avanzaría, pero, he perdido todo el tiempo en ver series de televisión y películas; estoy decepcionado de mí mismo, en serio.
Antes de que el sol aparezca, me levanto entre toda aquella oscuridad que rodea mi dormitorio y camino en silencio para no despertar a mi padre, los últimos días él no ha estado descansando lo suficiente, se nota como impaciente, pero, no sé el porqué; mi padre duerme en el dormitorio de al lado.
Seguidamente, voy hasta mi escritorio para tomar mi teléfono, luego lo enciendo e ilumino mi rumbo hasta el baño, que queda afuera de mi dormitorio. Pensé que no volvería a saber de esta rutina en un largo tiempo, me acostumbré un montón a las vacaciones. Estando en el baño, lo que hago es dejarme caer sobre el retrete para después levantarme, desvestirme y entrar a la ducha.
¡Qué frio!
No quiero ir, no quiero ir.
A veces en mis pensamientos me comporto como un niño de siete años, pero, aparentemente demuestro muy bien mi edad, estos diecinueve años que he sobrevivido a lo que las personas llaman «vida» no han sido fáciles, bien, tal vez un poco, pero, aun así, es duro. Cuánto me gustaría dejar mi palabrería mental, se supone que debo terminar de ducharme en vez de estar pensando en todos los cafés y panecillos que debo preparar en unas horas.
¡Panecillos! ¡Oh, no!
Debo darme prisa, debo buscar a Holland.
Salgo del baño lo más apresurado posible, voy nuevamente hasta mi dormitorio y me coloco algo de ropa; un pantalón gris, mis tenis negros de siempre, una camiseta blanca y, por supuesto, mi abrigo azul. Trato de salir lo más callado posible, sostengo en una mano mi celular hasta llegar a la cocina, allí la luz no afectara a mi padre. Presionó el interruptor, después voy hasta la alacena y tomo una bolsa de pan de sándwich para prepararme el desayuno.
Al estar listo, salgo del departamento y lo primero que veo es la puerta del departamento que está frente al mío, es el departamento número dieciocho, qué amargos recuerdos, espero no volverme a topar con esas personas.
Primer domingo esperando el bus.
¡Come on, con la energía a mil!
No sé qué de qué energía hablo, pero, ¡arriba ánimos!
Un bus no tarda mucho en llegar, subo a él y, posteriormente, espero varios minutos hasta llegar a mi destino. La verdad es que no sé por qué mi jefe me hace trabajar el domingo, bien, acepto que quiera darme como un adelanto, hay personas que empezaron con la rutina ayer, pero, mi horario de trabajo y el de Holland se supone que es de lunes a viernes en las tardes; a excepción de algunos días cuando entreno hockey.
Volviendo a lo que estaba, bajo del bus, veo que las calles están llenas de personas, el pequeño pueblo al parecer no es tan pequeño, aunque, bueno, tomando en cuenta el hecho de que la rutina de trabajo y estudios ha comenzado, obviamente ha de haber muchas personas. Me encantan más las calles en vacaciones, siempre hay pocas personas y puedes caminar feliz sin que nadie choque contigo o peor, que te empujen para pasar.
Cruzo la carretera, me coloco frente a la puerta de la cafetería y me admiro en el espejo.
¡Qué guapo estoy!
Sí, ya basta de tu ego.
Detesto a mi subconsciente, me baja la autoestima.
Es entonces, cuando abro la puerta, entro a la cafetería y veo a quien no veía desde aquella noche.
—¡Troy! —exclama esa chica de cabellos cortos y castaños, quien se encuentra preparando las máquinas de café.
—¡Hey, babe! —contesto, después me acerco a ella.
—Te he extrañado tanto. —Sonríe mientras se recuesta en la barra.
Santo Dios, esas palabras me dejan sin palabras.
Solo han pasado algunos días, la visité el jueves, así que... no es para tanto, ¿o sí?
—¿En serio? —pregunto, luego me acerco a ella con deseo y la beso.
Al fin he perdido el miedo.
Es solo un simple beso, Troy, es algo normal.
Estúpido subconsciente.
Mejor me concentro en hacer los deberes.
Unos minutos después, me encuentro preparando panecillos.
Holland no se notaba enojada, me parecía raro, porque se suponía que debía pasarla buscando, me lo planteé mientras me daba mi ducha mañanera, pero, luego lo olvidé y solo pensaba en que llegaría tarde; en pocas palabras la dejé plantada, sin embargo, ella no estaba molesta.
Cuando el reloj marca las ocho de mañana, la clientela no tarda mucho en llegar; son tantos, que me estresa pensar en cada orden que harán. Por suerte, mi linda novia me ayuda con ellos, es muy veloz para tomar órdenes, no usa bolígrafo ni cuadernos, retiene todo en sus pensamientos; juro que no sé cómo lo hace, pero, lo hace.
Pasa un largo y estresante momento, lleno de órdenes, yo solo quiero tomar un respiro, el lugar está repleto. La cafetería «Heaven's» ha ido tomando una gran fama durante los últimos meses. Antes de cerrar por vacaciones, ya todo el pueblo estaba encantado con el servicio y la calidad que ofrecemos.
Más tarde, me encuentro con una mano afincada sobre la barra, estoy observando a las personas; unos leen el periódico, otros revisan sus teléfonos, por otro lado hay enamorados, y así. Pero, justo cuando estoy por darme la vuelta para irme de regreso a la cocina, veo que aquel detestable ser se posa del otro lado de la puerta de vidrio.
No puede ser que ese idiota esté de regreso, no lo soporto en lo absoluto.
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Fugaz revelación | Libro I
Romansa[Fugaz y Eterno I] Un jugador estrella de hockey que sufre por cocinar panecillos casi a diario. Un religioso con alma de filósofo y poeta que busca un lugar en el mundo. Una combinación extraña, que con el tiempo se irá cociendo. - Troy y Eros fuer...