Capítulo IX | Troy Bennett

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Nuevo día, nuevas oportunidades para estar feliz.

La primera clase ha estado de lo mejor, comunicación me encanta.

El comienzo del módulo de clase, cuando el profesor aún no llegaba, lo pasé hablando por teléfono con Holland, mi querida y preciosa novia; a quien veré más tarde en «Heaven's». Actualmente trabajo los días martes, miércoles y viernes en dicha cafetería, siempre por la tarde; ya que los lunes y jueves tengo práctica de hockey, algo que me he prohibido abandonar de nuevo.

Mientras camino por los pasillos de la universidad, estoy planteándome la idea de ir por un rico aperitivo al cafetín universitario y, luego de unos minutos, esa idea se hace realidad. Me encuentro frente a una máquina expendedora de golosinas, intentado decidirme entre unas patatas fritas saladas y unos platanitos tostados dulces, ¿y si mejor compro los dos? ¿Y si...?

Oh, no.

Eros.

¡Oh, santísimos panecillos!

Esto no puede estar pasando, ¿qué hace? ¿Qué está haciendo?

Acercándose a ti.

No, no, no.

Sí.

—Hey... —expresa Eros de buena manera.

Al instante trato de no sonrojarme, de no ponerme nervioso a causa de su presencia, pero, el recuerdo de lo que hice ayer en el baño, el que invade mi cabeza actualmente, no ayuda mucho.

Relájate, solo responde, todo estará bien, todo estará...

—¿Hey? —respondo dudoso y extrañado.

—Ehm, quería... —Su desconfianza llama mi atención, pero, ya después no continúa hablando.

—¿Querías...? —pregunto con desagrado, se puede notar en mi tono de voz.

—Quería decirte que, ehm, si quieres ayudarme con el ensayo, pues, puedes ir a mi casa en la tarde, a eso de las tres —notifica amablemente, mi actitud parece no afectarle en lo absoluto.

—Ahm... no iré, tengo cosas que hacer en «Heaven's» —digo egocéntricamente, ¿quién se cree él para decirme que vaya a hacer un ensayo del cual principalmente es su culpa que nos asignaran?

—Oh, bien. De acuerdo, no pasa nada —contesta de forma serena, ¿qué le pasa? ¿Estará bien?—. Disfruta de tu tarde libre, entonces. —Puedo ver como no le importa nada de lo que dije y, posteriormente, se marcha sin más.

He quedado atónito, sin palabras. Se suponía que él debía enojarse y hacer en solitario todo el ensayo. Aunque, de todas maneras, sé que él hará el ensayo, pero, yo no quería que esto sucediera de esta manera. Eros debía enfurecerse conmigo, detestarme y, finalmente, marcharse enojado, pero no.

Fugaz revelación | Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora