PERSONAJE: Pietro Maximoff
PALABRAS: 915
EDITADO: 17 de febrero 2021 ✓
ADVERTENCIA: one shot narrado en tercera persona ⚠️✿°̥࿐ 'te vi un domingo en un café; mi corazón se aceleró, mis manos temblaban, pero pregunté por ti y ahora aquí estamos, me encanta lo que me haces'
nerveous | shawn mendes
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Natasha había intentado arreglarle un sin fin de citas a ciegas a Steve durante mucho tiempo y como nunca tuvo éxito, continuó en plan Doctora Corazón con Sam, e incluso con Bucky, pero tampoco había logrado nada. A Pietro siempre le había parecido gracioso ver como sus compañeros veían aquella situación desesperante o en algunos casos insufribles, pero todo cambió cuando pasó a ser el nuevo objetivo de la pelirroja.
No faltaba ocasión para que Natasha intentará coordinar algún encuentro con alguna linda chica que ella creyera ideal para él, pero Pietro se negaba una y otra vez a seguir su consejo. Él era perfectamente capaz de conseguir sus propias citas.
Pero un día, harto de la insistencia de la rusa, aceptó asistir a uno de sus famosos encuentros a ciegas, claramente bajo sus propios términos.
Así que, ahí estaba. En su cafetería favorita de la ciudad, esperando a un agente de S.H.I.E.L.D llamada Hayden, a la cual no conocía de nada.
Pero ella nunca apareció.
Había esperado por dos horas y nunca tuvo noticias de ella. Cansado, sacó su billetera de uno de los bolsillos de sus gastados jeans y dejó diez dólares sobre la mesa, dispuesto a dejar el café.
Si había algo bueno en haber desperdiciado la tarde de su domingo, fue haber comido una rebanada del pastel de chocolate que tanto le gustaba de Green Spot.
Empezó a caminar a la salida, pero algo lo detuvo, más bien alguien.
Una chica de cabellos castaños e intensos ojos color avellana, había chocado contra su pecho y derribó una malteada de fresa entera sobre él.
—Lo siento. Lo siento, tanto —dijo rápidamente, dejando una charola de plata sobre la mesa para así sacar del bolsillo de su delantal un trapo y comenzar pasarlo por su suéter, embarrando aún más la bebida sobre su ropa.
La admiró un momento y notó que sin duda trabaja allí. Tenía puesto un vestido color verde menta y sus pies estaban calzados en unos patines, vestimenta típica del café. No pudo evitar notar que su rostro transmitía arrepentimiento y preocupación, por lo que tomó sus manos, alejó el trapo y lo dejó sobre la mesa.
—No te preocupes. No me gustaba ese suéter, de todos modos —dijo Pietro queriendo romper la tensión.
—Enserio, lo siento. Te pagaré la tintorería.
—Deja de decir tonterías, fue un accidente.
Los ojos de la joven se posaron en los suyos, haciendo que su respiración se parara por unos instantes. Aquellos eran los ojos más bonitos que jamás había visto.
Sin embargo, tuvo que apartar la vista de ellos cuando una voz llamó la atención de ambos.
—¡Niña!, ¿Qué haces ahí parada? La mesa cinco está esperando por su malteada, tienes que... —Gloria, la dueña de aquel café, ahogó un grito y se paró al lado de los jóvenes rápidamente— Señor, discúlpela, por favor.
—No se preocupe, fue mí culpa.
—Nada de eso —Gloria tomó el billete que había dejado instantes atrás sobre la mesa y se lo tendió—. Invita la casa.
Pietro río suavemente sin saber que más hacer, tomó el billete y lo guardó en uno de los bolsillos traseros, esperando que aquella joven no tuviera muchos problemas luego por todo aquello.
—Bueno, Adiós. Que tengan linda tarde.
Pietro les dedicó una sonrisa sincera y se dispuso a marcharse. Cuando tomó el pomo de la puerta, escuchó como la encargada del lugar le daba una reprimenda a la chica de lindos ojos y se sintió mal al instante.
Cuando salió a la calle, de repente sintió que no debía irse. Indeciso miró su reloj en su muñeca y vio que era temprano para regresar al complejo, así que se sentó en un banco cercano a la puerta de aquel café, esperando sin saber qué.
No supo cuanto tiempo pasó o cuantas personas había visto entrar a la tienda, pero cuando vio aquel cabello ondulado pasar a su lado, se levantó de inmediato para acercarse a ella.
—Arruinas mi suéter y ni quiera merezco un saludo.
La joven se frenó en seco y se dio la vuelta. Su uniforme de camarera fue remplazado por un vestido floreado, zapatillas bajas y una sudadera con sierre. Tenía una bolsa de papel en una mano y en la otra su teléfono móvil, el cual guardó rápidamente en su morral, a un lado de su pequeño cuerpo.
—Primero que nada, estabas entre las sombras, por lo que no pude verte y por eso, casi me matas de un susto —dijo posando uno de sus chocolates mechones de cabello tras su oreja—. Segundo, ni siquiera se tu nombre, extraño.
Una carcajada suave salió de su garganta y camino hacia ella.
—Soy Pietro —dijo mientras extendía su mano.
—Mackenzie —dijo ella, mientras estrechaba sus manos—. Entonces, Pietro, como recompensa por arruinar tu –déjame decirte– horrible suéter, te invitaré un helado.
Pietro volvió a reír por el descaro de la chica.
—Muy bien. Es lo menos que puedes hacer —dijo después de brindarle una pequeña sonrisa.
—Prepárate, comerás el mejor helado de todo Nueva York.
Si de algo estaba seguro el sokoviano, era que gracias a Natasha y a su afán de conseguirle una novia, había conocido a la chica que lo haría perder la cabeza, y estaba sumamente agradecido por ello.
Si les gustó, no olviden dejar una ⭐, me ayudarían demasiado. Los amo, nos leemos prontito 💞
—Cam.