Capítulo Veintitrés

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Lucinda:

—¿En qué estabas pensando, Callum?

Estamos en su casa y Ángel no ha dejado de gritar, ahora que Callum lo ha metido en problemas según él.

—No puedes golpear a ningún medio ¿Tienes idea de cómo podrá sepultar eso tu carrera?

—Se lo busco.

—"Se lo busco", ahora probablemente escriban una mala reseña tuya acusándote de violente. —Sigue Ángel. —Y posiblemente ese hombre te ponga una denuncia.

Callum maldice.

—Tampoco lo golpe por hacerlo, hay un motivo.

Ángel me observa.

—Golpeo a Lucinda.

—No.. —Intento hablar, pero la mirada de Callum me detiene.

Guardo silencio.

—¿Qué voy a hacer ahora si nos lanza una demanda?

—Comprarlo.

—Callum..

—¿Es todo?

Ángel no responde.

—Bien, arréglalo a puertas cerradas. —Le ordena Callum, se acerca a mí y me toma del brazo. —Vamos.

Sube las escaleras tirando de mi mano.

—¡Como si fuera tan simple!. —Dice Ángel desde el primer piso y luego oigo como marca un número.










(*)












Apenas llegamos a su habitación, Callum ignora mi petición del día anterior y estampa su labios contra los míos.

Me besa como antes y que bien sabe su boca, aunque la mezcla que siento ahora sobre sus labios es refrescante, muy diferente a antes que producía cierto sabor amargo, no desagradable, pero amargo.

—Te he echado tanto de menos. —Dice sobre mi boca. —No sabes cuánto.

Callum vuelve a besarme, le devuelvo el beso porque no puedo contra lo que siento, sin embargo, cuando mi cuerpo toca la cama, lo detengo.

—Callum...

Con una respiración agitada debido a nuestros besos, me mira.

—Dijimos que iríamos despacio. —Le recuerdo.

El baja de mi encima y se sienta a mi lado, pasa las manos por su cabello.

—Sí, lo lamento.. creo que me deje llevar.

—Está bien.

Sus ojos me observan.

Lleva la mano a mi mejilla y revisa si hay algún golpe, le bajo la mano.

—Estoy bien. —Le aseguro.

Me guardo el decirle que no debió golpear a ese hombre, no quiero iniciar una pelea.

Mucho menos ahora que estamos bien.

—Te extrañe. —Dice mirándome a los ojos. —Estos meses han sido horribles.

—Callum...

—Me ha costado mucho. —Sus ojos se llenan de lágrimas. —Y ahora estoy aquí y tu finalmente estas a mi lado.

Sonrio despacio.

—¿Esta vez no te iras?

Niego.

El me besa una vez más, pero su beso es suave.

Luego se aparta y me acaricia la mejilla.

—Tenía que hacerlo.

—Está bien...

Se me queda viendo en silencio.

—Te quiero.

El corazón se me acelera.

—Te quiero como nunca quise a nadie. —Me confiesa.

—Callum...

Sus ojos me ven llenos de amor.

—Realmente te quiero, Lucinda.

Bajo los ReflectoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora