Capítulo Veinticinco

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Lucinda:

—No. —Pronuncio mientras los pasos de Callum me siguen y yo dejo la comida en el plato de Guardián.

Él se acerca y le acaricio la cabeza, me vuelvo hacia Callum mientras dejo Guardián alimentarse.

—No..

—Lucy..

—No, Callum, no volveré a mudarme contigo. Al menos no ahora.

—¿Por qué no?

—Porque dijimos que iríamos despacio y solo ha pasado una semana.

—Ya nos besamos.

—¿En serio has comparado besar con vivir juntos?

—De acuerdo, pero en mi defensa me siento solo.

—¿Y Guardian?

Nuestro perro sigo comiendo.

Me cruzo de brazos. —Crei que se llevan mejor.

—Asi es, pero el también te extraña.

Suspiro.

—Vengo casi todos los días.

—Y no tendrías que hacerlo si vivieras aquí.

—Que no Callum.

—Lucy.

—No y no es no.










(*)










—Alguien no comprende que No es no. —Pronuncio al ver a Callum parado en la puerta de mi casa.

Lo hago entrar aprovechando que aun nadie lo ha visto.

—No he venido por eso. —Me asegura.

Se acerca a mí.

—¿Entonces por qué?

—Dijiste que venias todo el tiempo, decidi yo esta vez venir aquí.

—No era una queja, Callum.

—De igual forma quise venir, es más tranquilo aquí. —Dice pasando la mirada. —Quizás Guardián y yo deberíamos mudarnos contigo y no al revés.

—Callum...

—Ya ven aquí..

Atrapa mis labios y mis brazos suben por su cuello, se cuelgan de el y el me levanta cargándome de la cintura.

—¿Habitación?

Ya que..

También deseo hacerlo.

—A la izquierda, casi terminando el pasillo.

Callum me sonríe y me lleva con él, entre besos tropieza contra la pared, provocándome reír.

Estas clases de sonrisas son las que comparto con el ahora.










(*)










No vamos despacio pues ninguno quería reprimirse, solo sacar lo que habíamos deseado desde que nos separamos.

Estar juntos, de esta manera.

—Callum...

Se movió encima de mí y lo abrace, fue solo una vez, pero fue increíble.

Callum me hizo recordar porque extrañe tanto el sexo con él a pesar que solo estuvimos juntos una vez, esa noche me poseyó, me hizo suya y todo fue tan perfecto.

Nuestras caderas se respondían, nuestras bocas igual y nuestros cuerpos se ajustaron, Callum no dejo ni un solo lugar sin tocar, sus manos exploraron igual que esa noche solo que esta vez fue más preciso, apretó cada bulto, cada curva y al inicio creí que podría correrme de ese modo, solo con sus manos masturbándome, pero cuando sentí su erección dentro de mí lo considere enseguida porque supe que verdadero placer iba a comenzar.

Y cuando finalmente el orgasmo nos azoto a los dos.

—Te quiero.. —Admito.

Callum sonríe.

—Ya era hora de que lo dijeras.

—Presumido.

Me besa una vez más.

—Dilo otra vez. —Me suplica.

Llevo mis manos a su rostro.

—Te quiero, Callum.

Su sonrisa es preciosa. —Y yo a ti.

Bajo los ReflectoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora