Capítulo Cuatro

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Calum:

—¿Tan temprano has venido de la sesión de terapia?. —Me pregunta Ángel al verme cruzar la puerta de la casa, tiene el periódico en las manos.

Siempre esta con el periódico en las manos viendo alguna mierda que hice o no.

Dejo la chaqueta en el mueble y voy por una cerveza, abro la lata y me siento sobre el mueble.

—¿Tu terapeuta está de acuerdo en que sigas bebiendo?

—Seguramente no. —Digo pensando en la chica demasiado joven para ser mi terapeuta. —Pero no lo sé, me fui antes.

—Callum...¿Qué ocurre contigo?. —Me pregunta. —¿O acaso Megan no es una buena terapeuta?

¿Megan...?

Cierto, no conocí ninguna Megan.

Pero no pienso decírselo, probablemente esa chica resulte despedida y de verdad se veía como si necesitara el trabajo.

—No, ella es buena, entrégale el dinero cuando venga.

—¿Cuándo venga?

—Si.

Angel suspira. —¿Y cómo puede ser buena si has regresado antes?

—Ha sido culpa mía, no suya, créeme.

—Eso si lo creo.

—Pero no pienso ir otra vez.. ¿Suficiente con una terapia, no?

—Así no funcionan las cosas, Callum.

Me pongo de pie y arrugo la lata de cerveza con mi mano.

—Suficiente para mí.

Paso por la cocina y arrojo la lata en el basurero antes de ir directo a mi habitación.











Lucinda:

¿Aquí es?

Constato la dirección en la tarjeta que me dio Callum y miro otra vez la dirección de la casa.

Aquí debe ser.

Bonito queda corto, es toda la casa de una celebridad, hay rejas y puedo ver desde el exterior a los jardineros y podadores de césped, hay un largo espacio de estacionamiento y parece ser la casa de una fraternidad como en la que estudie, pero no lo es, para empezar, está muy bien cuidada y es demasiado moderna, veo que aún están renovando algunas cosas, como pintando las paredes del exterior.

Esta es la casa de Callum Creed

¿Debería estar emocionada?

Pues lo estoy, soy fan de Callum Creed

Pero también soy profesional.

Siento mi pecho acelerarse.

Toco el timbre y me hacen pasar, camino toda la pista hasta llegar a la entrada de la casa y me recibe un hombre muy apuesto y quizás de unos 34 años.

Me hace pasar y quedo maravillada observando el interior, la entrada parece una mansión, con grandes escaleras.

—Tu debes ser Megan.

Bajo los ReflectoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora