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Chuuya se retorcía de lado a lado en la inmensa cama. Había acumulado de todo en ella: almohadas, sábanas, ropas de Kouyou, mantas y sábanas. Y aún así no lo soportaba.
Se suponía que recién era el primer día como tal de su celo, tan solo había pasado unas cinco horas de que se había acostado a dormir en paz, y dos desde que se despertó irritado. Y ya estaba harto, hirviendo en su nido.

Su mentora le había dicho que sería difícil, ¡pero eso era un infierno! Su cuerpo no podía quedarse quieto, ni siquiera a pesar de que el omega ya se había despojado de toda su ropa. Bajó su mirada para observar su piel perlada por un sudor incontenible, su miembro despierto y su entrada estaba más que lista para recibir a cualquier alfa. Pero el problema era que no podía tener a ningún alfa, y menos al que tenía en mente. No solo Kouyou lo mataría, sino que sería humillante dejarse atender en su celo por alguien como el bastardo que tenía como compañero.

Simplemente, no podía. Tendría que soportarlo solo, y si recién comenzaba significaba que aún aguardaba toda una tormenta de desesperación donde tal vez su dignidad pasaría a segundo plano. Si en ese preciso momento ya se sentía desfallecer en la necesidad de ser empotrado, no quería ni imaginar qué sucedería si veía u olía a Dazai.
Intentaba convencerse a sí mismo de que ellos reaccionaron de la manera en que lo hicieron porque eran  adolescentes, Osamu era un estúpido alfa incapaz de controlarse, y él en sí estaba excusado por haber sido su primer celo.

Todo había sido muy inoportuno: Dazai fue el primer alfa que vio en su primer celo, y Chuuya fue el primer omega que el castaño conoció y olfateó. Sin embargo, en medio de su excitación y la locura del encierro y la necesidad, no podía dejar de pensar en él. Había algo dentro de sí que le pedía que buscara a aquel alfa, una parte de él que estaba segura de que solo su compañero podría calmarlo, pero no lo haría, por supuesto que no. Al menos, no mientras estuviera consciente, puesto que tampoco podía asegurar que nada pasaría, ya que con cada segundo que pasaba recibía una nueva tanda de calor, algunas más intensas y otras más leves, pero al encontrarse seriamente en el dilema de buscar o no a su compañero, se dio cuenta de que estaba entre su accionar racional, que le dictaba que era una pésima idea, y su accionar instintivo, de omega, que le lloraba por tener a Dazai adentro suyo, que le hacía recordar a las sensaciones vividas unas horas antes, que le imploraba buscar a su alfa para sentirse lleno y volver a sentirse único y  deseado ante sus ojos.

Sin darse cuenta, entre tanto pensamientos en medio de sus espasmos, se dio cuenta que cada vez lubricaba más, razón por la cual no le quedó mayor remedio que comenzar a satisfacerse a sí mismo. Se metía los dedos con afán en un vaivén acompasado con sus caderas, tan insatisfechas, mientras que con la otra mano tocaba su miembro. En menos de un minuto, acabó mientras chocaba sus dientes. Se sentía tan sucio y desesperado, ni siquiera necesitó pensar en algo para eyacular; simplemente, pasó. No hubo gran gozo, no hubo nada, únicamente el estímulo del pensamiento del estúpido de Dazai.

Se volvería loco en cinco días, necesitaba alcohol urgentemente, y se dirigió a buscarlo hasta que recordó que eran como las ocho de la mañana, y Ozaki, que ya ni siquiera avalaba la idea de darle alcohol, jamás se lo daría a esa hora.
Frustrado volvió a tenderse par relajarse hasta que sucediera la próxima ronda de excitación, se tapó la cara con las manos tratando de no pensar. Hasta que sintió algo increíble, fuerte, dominante y familiar. Dio un respingo por la novedad y saltó en su cama apoyándose sobre sus rodillas y sus manos, tratando de percibir más y más de ese olor que lo calmaba y que a su vez lo enloquecía irremediablemente.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo lamentó. Ese olor provenía de la puerta de su habitación, y era Dazai. Se tapó la nariz con odio y se cubrió con los mantos hasta la nuca. Oyó un leve golpe en la puerta que lo aterrorizó, mas no respondió.

Sobre instintos y amores ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora