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—Ya basta con eso —le gritó—. De acuerdo.

—Perfecto.

—Si venzo yo, jamás me tocarás.

—¿No te gustan mis abrazos? —cuestionó, horrorizado ante la idea de no volver a sentir la cercanía de su omega. ¡Jamás cumpliría eso!

—Hablo de sexo, Dazai —murmuró apenado—. Y de paso, te destrozaré ese miembro de alfa que te cuelga allí. Esa es la base de todos nuestros problemas.

Dazai rio y Chuuya lo miró nervioso. El alfa se alejó para tomar distancia y posición; el omega entendió y se puso en posición de pelea.

—¿Tus últimas palabras, Chuuya?

—Cállate y pelea.

—Solo para aclarar —musitó Dazai—. No podrás usar tu poder —se mofó, señalándole con un dedo—, no solo porque no podrás tocar mi cuerpo sin que se anule, sino porque es una pelea a puño limpio. Gana el que inmovilice al otro. ¿Estás de acuerdo?

—Claro que sí. Vamos —asintieron.

Ambos se miraron con detenimiento, atentos ante el primer índice de movimiento del otro. Sin embargo, como Dazai sabía, Chuuya no era un hombre paciente. Se abalanzó sobre el alfa arrojando una tormenta de patadas que el otro supo repeler sin gran esfuerzo.

—Te lo he dicho, Chuuya —comentó mientras esquivaba de lado a lado—. Sé cada uno de tus movimientos.

—Entonces, mira estos —declaró, un segundo antes de iniciar con la segunda tanda de patadas. Dazai tuvo que bloquear un par con sus antebrazos—. ¿No vas a pelear? Solo te defiendes.

Osamu sonrió y siguió recibiendo los golpes, uno más fuerte que el anterior, claramente buscando quebrantar su equilibrio y su tranquilidad. Oía a su compañero agitarse más y más, intentando golpearlo con ferocidad y cada vez más alto. No pudo evitar pensar en cuán flexible era Chuuya, y en si podía serlo en otros aspectos. Eso conllevó una distracción que casi le cuesta una patada que fácilmente lo tumbaría, mas solo lo desestabilizó. El omega sonrió y, aprovechando, corrió a un árbol que se encontraba a un metro de distancia de Dazai, saltó hacia el mismo apoyando su pie y utilizándolo para impulsar su cuerpo. En el aire, cambió su posición para darle a Osamu la patada de su vida.

Dazai, por su parte, había adivinado su estrategia en cuanto lo vio sonreír. Incluso había sabido que ganaría cuando vio que el más bajo seguiría con su norma de no pelear con los puños, sino únicamente con las piernas.
Vio a Chuuya aproximarse a gran velocidad desde arriba, con el pie apuntando a su cara. Extendió sus manos hacia arriba, cruzadas sobre su cabeza. Sin gran esfuerzo, recibió la patada y lo tomó del tobillo para estamparlo contra el suelo, con cierto cuidado; fue tan rápido que el otro no tuvo tiempo de zafarse. El omega dejó escapar un leve grito de molestia, poniéndose auténticamente aterrorizado al darse cuenta de lo cerca que estaba de perder; intentó levantarse velozmente, mas el golpe había debilitado un poco su cuerpo. Lo único que logró conseguir el más bajo fue ponerse a gatas antes de sentir el cuerpo de Dazai arrojarse sobre el suyo para quitarle el resto del aire y tomarle de las muñecas, impactando su cuerpo nuevamente contra el suelo debido a su peso.

—Vaya, fue muy corto, ¿no lo crees? —le susurró, victorioso. Chuuya temblaba bajo él—. Para ganar una pelea se necesita más que saber atacar, enano.

—Cállate, bastardo —ordenó, con la rabia evaporándose por sus poros. Chocó con violencia sus dientes.

—Te lo advertí, Chuuya —comentó—. Eres increíble peleando, pero conozco todos tus movimientos y manías. Sino, ¿por qué crees que somos la pareja de doble negro, la mejor de toda la Port Mafia?

Sobre instintos y amores ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora