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Los labios de Dazai no dudaron ni un segundo en enfrentarse a los de Chuuya, disfrutando cada segundo y cada movimiento, agasajándose con el sabor y el aroma de su pareja, tan dulce e hipnótico, tan sutil, tierno y lábil, tan sensual y enardecedor a la vez, que lo atrapaban para no dejarlo salir nunca, y no se quejaba, puesto que podría dedicar el resto de su miserable vida a sentir a Chuuya y su esencia, sintiéndose vivo y haciéndole a él sentir todo ello y más.

Sus labios se deseaban con la misma fuerza que noches atrás, con el mismo deseo que vivía acrecentándose entre ellos, cada vez más potente y desesperante.
Las manos del alfa tomaron control del rostro del omega que le revolvía las entrañas de tan solo una sonrisa. Acarició sus mejillas mientras sentía los dedos de Chuuya deslizarse por sus hombros y su clavícula, en busca de un lugar del cual sostenerse en Dazai para poder tocarlo y apreciar la veracidad de aquel beso, para conseguir ahogarse en aquellas emociones que saltaban en su pecho sin dominio alguno, alterando todo en él, revolucionando su entendimiento y enloqueciendo sus sentidos.
Se besaban con torpeza, mas la experiencia de la timidez de los anteriores había incitado a que fuera un beso con soltura y sin tapujos, con afecto y pasión mezclados en un vaivén fascinante.

Las manos de Chuuya se deslizaron hasta atenazar el cuello del alfa con delicadeza. Este último, por su parte, optó por intentar aquello que había insinuado en su primer beso con Nakahara, y lamió con sutileza los labios de su compañero, separándose así por medio segundo para abrir los ojos y escrutar su bello rostro, ya oscurecido por la noche y embellecido por la luna. Chuuya lo observó a su vez con sus ojos marinos, dejando entrever la lujuria que se escondía en las profundidades de aquel mar que se movía incesante. Percibiendo que esos ojos, simultáneamente expectantes, le rogaban que prosiguiera con su actuar, con su deseoso toque y su propuesta indecorosa; el alfa se arrojó a a deriva nuevamente para atrapar los labios de su pareja que lo esperaban entreabiertos entre los suyos, y segundos luego deslizó con ligereza su lengua para rozarla con la ajena y así desbloquear un nuevo nivel de un placer eclipsante para aquellos corazones que latían desbocados.

Chuuya lo recibió con gusto y, pese a que le gustaba mucho llevar el control de la situación, las feromonas que Dazai había liberado, ya fuese con intención o no, lo estaban sometiendo lentamente, provocando en él un deseo ensordecedor de ser dominado por aquel alfa que ansiaba devorarlo. Le daba a su compañero para que probara todo de sí, que su lengua explorara y se saciara cuanto quisiese, permitiéndole que las manos que antes reposaban en sus mejillas migraran a su cintura, paseando seductoramente por su pecho y sobrepasando descaradamente sus pezones; dejándole que apretara su cintura posesiva y atrevidamente y liberando su respiración agitada y con ésta algunos gemidos pequeñísimos e intermitentes que, por supuesto, el alfa oía a la perfección, sintiéndose más motivado y atraído. Gemidos que eran producto de las sensaciones placenteras que lo invadían ante el tacto de su compañero.

Sentía que las manos de su pareja habían sido diseñadas para encajar a la perfección con su cuerpo tan marfilado y agraciado, que sus labios y su lengua tenían como únicas funciones decir estupideces, atravesarlo con cada sonrisa y complacerlo al punto de desatar en él remolinos indescriptibles de lujuria y excitación.

Las manos de Dazai no podían quedarse quietas, puesto que amasaban la cintura que sostenían con tanta decisión. Al mismo tiempo, lo besaba con frenesí, como si temiera que la oportunidad se le escurriera entre sus dedos, como si aquel Chuuya fuese a desaparecer. No pudo evitar estremecerse y sentirse impulsado a morder melosamente el labio inferior de su pareja al sentir las manos de ésta bajar de su cuello a su pecho, acariciándolo lentamente por arriba de las vendas. Comenzó a sentir que su erección estallaría y que el calor era sofocante, por lo que separó su rostro del de Nakahara y pidió autorización.

Sobre instintos y amores ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora