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Chuuya despertó, mas era incapaz de siquiera mover los párpados. Sentía su cuerpo deshecho, reposado sobre algo suave que suponía que era una cama, una en la que había descansado antes. Sus músculos estaban casi atrofiados, o eso le parecía, y su piel dolía como un viejo ardor.

Respirar hacía que su cuerpo sufriera y que sus huesos rozaran su piel con dificultad y molestia. No obstante, percibió algo que hizo que su debilitado corazón saltara dentro de sí y recuperara su lividez. Al lado suyo había un cuerpo que, por la acompasada respiración, parecía estar descansando. No necesitaba pensar dos veces para reconocer el olor de su alfa.
Con un esfuerzo sobrehumano y la motivación consecuente, abrió sus ojos para poder confirmar y apreciar.

Lo primero que vio fue una habitación en penumbras, iluminada única y sutilmente por una pequeña chimenea en frente de la cama. Sus ojos escocieron ante la imagen luminosa, mas reconoció con claridad el lugar, y se trataba de la posada del pueblo. Dedujo que, seguramente, Dazai lo había llevado hasta allí luego de desmayarse. Giró sus ojos hacia el costado donde estaba su compañero en la cama, pero sin mover el cuello; no sabía si sería capaz o si lo rompería al hacerlo.

Pudo observar a Osamu Dazai, descansar a su lado, con una cara adormilada que reflejaba cansancio, con sus cabellos alborotados y su cuerpo vendado, desvestido en el torso. Se tomó el tiempo de escrutar aquello que era ciertamente nuevo para él, aquel cuerpo al que nunca había prestado atención, y tampoco había tenido oportunidad de hacerlo. No podía ver nada más que vendas, pero podía ver con mayor detalle la contextura delgada de Dazai, mirando con intriga y cariño, deteniéndose en su pecho y su respirar sosegado, que lo elevaba y descendía de una manera muy atractiva. Subió sus ojos de nuevo a su rostro y lo besó con la mirada, denotando una dulzura eterna y dejando escapar gratitud.

Los recuerdos de la pelea, del dolor, de los cadáveres y del final de la misión comenzaron a arremolinarse en su mente, todos de golpe. No sabía cuánto tiempo durmió, ya se lo preguntaría a su compañero, pero fue como si una sala negra que era su mente se hubiese llenado repentinamente de imágenes.

Su cuerpo medio inerte encontró fuerzas para estremecerse en contra de su voluntad en cuanto recordó los brazos de Dazai rodearle con cuidado; normalmente, lo sacaba de corrupción con simplemente tocarle el brazo y luego lo dejaba a su suerte, pero esa vez había sido muy diferente, y había sido amable. En cuanto su compañero lo abrazó y lo salvó, se sintió más humano que nunca, se creyó querido más allá de ser una arma; se vio apreciado por el otro y se sintió cuidado. Era la primera vez que alguien le prestaba esa atención y le trataba con semejante amor; porque sí, eso era, nada más y nada menos, que una auténtica y desinteresada muestra de amor por parte del alfa, y la única para Chuuya.

Miró a los ojos dormidos del otro y se dio cuenta que él era, efectivamente, su cable a tierra. Al lado de Osamu nunca sería un monstruo, y este tampoco lo vería así. Sonrió y sintió su corazón alborotarse en el regocijo de la idea de que, cada vez que Dazai lo tocaba, era humano, era un recordatorio permanente, y nunca antes lo había visto de esa manera hasta ese momento. Sonrió débilmente y sus pestañeos decayeron nuevamente, hasta caer en el sueño.

Lo primero que sintió al despertar mucho después fue que el cuerpo que había percibido antes ya no estaba. El dolor había menguado ligeramente, pero era imponente aún. Inhaló el aire de la habitación con intención de sentir el olor de Dazai, removiéndose cuanto su reducida movilidad le permitía y sintiendo el dolor al desplazar sus costillas.

—Chuuya, estoy aquí —susurró Dazai velozmente, como si hubiese esperado ese momento durante mucho tiempo. Su voz estaba rebosante de dulzura y anhelo. Se encontraba caminando por la habitación hasta que sintió la exagerada respiración del omega, y su manera de olfatear el ambiente le dio a entender que buscaba a su alfa. Aquello lo enterneció—. ¿Cómo te sientes?

Sobre instintos y amores ||Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora