Capítulo X

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Había pasado ya una semana de aquella inusual pijamada, Zenitsu no podía negar que se había divertido a pesar de la intromisión de sus profesores. Se había avergonzado mucho al ser consciente de que les dejaron una imagen muy comprometedora. Pero ya le daba igual, gracias a eso, Tanjirou pudo acercarse más a Rengoku sensei. Él, por su parte, trató de evitar a Uzui sensei en toda esa semana. Pedía ayuda a sus amigos para que ellos le entregaran la carpeta, y en clases de artes, fingía estar escribiendo todo el tiempo o se la pasaba hablando con Inosuke. 

— Ahora me gustaría que escojan algún objeto o una musa para retratar, puede ser un silla hasta algún compañero. Lo que ustedes quieran. Tienen media hora para terminar y para que yo pueda evaluarlos — explicó — Y por si se lo preguntan, sí vale puntos para el examen. — finalizó entrecerrando los ojos. 

Uzui sensei se sentó en su escritorio a realizar algunos apuntes mientras esperaba a que sus alumnos terminen con el trabajo. Zenitsu estaba ensimismado en sus pensamientos, en un gran debate mental. ¿Qué demonios podía dibujar? Se preguntó con desesperación al ver que todos empezaban a trabajar. 

— ¿Qué harás tú? — le preguntó a su amigo. — No me digas, seguro que dibujarás los ojos de alguien que conocemos... — respondió con una sonrisa pícara, tratando de dispersar sus nervios.

— ¡No solo pienso en él! — Tanjirou observó a su amigo con un leve rubor en las mejillas. — Tal vez pueda dibujar un paisaje... — respondió inseguro.

— Nadie te juzgará por dibujar arte — le respondió con una sonrisa. Se retractó al ver la mirada molesta de su amigo. — ¿Qué? No seas celoso, no me gusta él. —

— ¡Yo dibujaré un animal! — exclamó Inosuke al ver las propuestas de sus amigos. — Por si se preguntaban. Es que como estoy detrás de ustedes, ya no me tienen en cuenta. — dijo con enfado.

— Perdón, Inosuke — se disculpó Tanjirou. — ¿Crees que alguien te pediría ser su musa? — preguntó con curiosidad.

— Nel — Inosuke se pasó los brazos detrás de la cabeza mientras reposaba las piernas sobre el asiento del rubio.

— Hey, no podré concentrarme si invades mi espacio de esa forma — se quejó Zenitsu. 

— Monitsu, estás más sensible que antes. — opinó Inosuke. — Relax, bro. — sugirió.

Zenitsu sólo ignoró eso y trató de concentrarse nuevamente, mirando su hoja en blanco y golpeando el lápiz sobre el borde del escritorio. Recostó su rostro sobre una mano y miró el pizarrón. Escuchó cómo una compañera le pedía a Inosuke que fuera su musa, y también escuchó la negación de él. Entrecerró los ojos y no pudo evitar sentirse molesto con Inosuke. Envidiaba su suerte. Desvió su mirada hacia su profesor, quien se veía muy concentrado en sus deberes. Hace varios días que no se dirigían la palabra debido a que se sentía aún cohibido por su comportamiento en la pijamada. Ladeó la cabeza, observándolo detenidamente. Se fijó en sus manos, largas y delicadas con las uñas pintadas de verde y rosa. Nunca vestía como debía ser, es decir, los demás profesores siempre venían presentables. No precisamente con traje, sino que utilizaban uniforme laboral libre. Una chaqueta, o una camisa con corbata, pero él no respetaba eso. En su lugar traía una chaqueta blanca que le llegaba hasta los muslos acompañándola con una camiseta negra debajo. Los pantalones algo holgados con unos calzados deportivos. A veces tenía la capucha puesta, pero siempre traía esa cosa rara llenas de piedras preciosas sobre su frente. Además de que tenía un extraño diseño pintado en el ojo izquierdo. 

Estaba tan abstraído viendo todos los detalles que tenía su profesor que no se dio cuenta de que este lo miraba con curiosidad. Desvió la mirada rápidamente al verse descubierto, y se encogió en su asiento. Empezó a temblarle la mano y sintió que la calidez que cubría sus mejillas iba acaparando todo su rostro. Volvió a mirar de reojo solo para ver la sonrisa ladeada de su maestro y se reincorporó en su asiento dando un carraspeo. 

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