Capítulo XXVI

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Uzui Tengen, profesor de artes en la academia Kimetsu y un seductor por naturaleza. Su vida había dejado de ser interesante cuando culminó la universidad. La gran crisis existencial le había llegado cuando apenas había recibido su título. Idealizaba tanto su vida, que su mente tuvo un corto circuito cuando se encontró buscando trabajo. Quería ser artista, pero para ello primero debería ganar dinero. Se independizó a temprana edad, había ganado un poco de dinero vendiendo algunas pinturas y trabajando como barista en una cafetería donde conoció a su primera novia, así pudo alquilar un departamento. 

La vida universitaria fue una etapa muy buena para Uzui, conoció a sus amigos quienes siguen trabajando con él, salía a fiestas y nunca estaba sin compañía. Era conocido por ser un chico que encantaba a cualquiera, tenía la facilidad de atraer a las personas por su atractivo y su personalidad seductora. Era alguien muy coqueto, y siempre obtenía lo que quería hasta que repentinamente su mente le empezaba a jugar en contra. A veces ya no quería salir, no quería beber ni tampoco tener compañía. Se había dado cuenta que se estaba convirtiendo en un adulto. Se preocupaba al verse más maduro que sus amigos, pues siempre era el más cuerdo del grupo.

Su encanto le dio la habilidad de tener tres novias al mismo tiempo, y presumía de ello. Había convencido a las tres chicas de vivir en un departamento, donde se alojaron por unos cuantos meses. La relación, obviamente, no funcionó. Casi nunca podía encontrarse con ellas, el trabajo lo dejaba exhausto y solo llegaba muy de noche para dormir y repetir la rutina toda la semana. Sus chicas también trabajaban, y los cuatro solo tenían un día libre a la semana. Nunca coincidían. Tuvo que despedirse de ellas cuando por fin pudieron ingresar a la universidad, cada una tenía un destino distinto, y él no las detendría. A partir de ese momento empezó a pasar más tiempo solo, el trabajo no dejaba que tuviera vida social. 

Uzui había dejado su vida libertina atrás. Seguía en el mismo departamento, con las mismas cosas y odiándose a sí mismo por no perseguir sus sueños. Trabaja día y noche solo para pagar el alquiler y casi nunca tenía tiempo para dedicar al arte. En sus días libres solo se dedicaba a descansar y a planear su semana. Su vida se había vuelto monótona, sus tres chicas al menos le alegraban la noche con conversaciones o cariños. No era un chico muy dependiente, así que las superó muy rápido. Creía que su vida seguiría de ese modo hasta su muerte, hasta que vio a su amigo de la universidad ingresando en la cafetería. Conversaron un rato y se pusieron al día, su amigo siempre fue un chico muy responsable y dedicado, tenía una familia acomodada que lo había ayudado y empezó a dedicarse a su profesión. Era maestro de historia. Le comentó que había empezado a trabajar como profesor desde hace unos pocos años atrás en la academia Kimetsu. Uzui solo le había contado que lo único interesante que tuvo antes de terminar la universidad fue estar de novio con tres chicas al mismo tiempo, esto sorprendió a su amigo, sabía que era un chico muy coqueto, pero nunca creyó que tres chicas se pondrían de acuerdo para compartir a una persona. Su amigo siendo extravagante como siempre.

El profesor de historia se preocupó al verlo tan apagado en comparación a sus años de universidad, además de que se enteró que había dejado de pintar. Se supone que tenía un título en arte y fotografía, pero al parecer no quería arriesgar su trabajo para dedicarse a ello. No tenía experiencia suficiente para trabajar en una agencia, pues nunca se fijaban en el gran portafolio que tenía. En fin, ya no era el chico que había conocido. Decidió hacerle una propuesta. 

Para él sería más fácil recomendarlo como candidato a docente ya que se había ganado el cariño de toda la institución, además de que la profesora de artes ahora solo enseñaría a los cursos inferiores por el cambio del sistema educativo, era una oportunidad que no podría rechazar. Y no lo hizo. Se postuló con la ayuda de su amigo y fue contratado. 

Uzui ahora seguía en el mismo departamento, con las mismas cosas, pero dedicándose a lo que le apasionaba. Su estado de ánimo había empezado a mejorar. Su encanto le había dado un lugar muy especial en la academia Kimetsu. Tenía estudiantes que lo respetaban y lo admiraban, además de incluirse en el grupo de profesores más queridos del instituto. Sin dudas, su vida había cambiado nuevamente. Tomó a su amigo como una señal del universo para que siga involucrándose en el arte y para que no muera siendo un bueno para nada. Ya no había vuelto a ser el Uzui de la universidad, tampoco el de la cafetería, sino que era uno nuevo. Tenía encanto y madurez. O eso pensó hasta que conoció al chico Agatsuma. Seguía teniendo encanto, pero la madurez la había tirado por la borda. 

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora