Capítulo XXIII

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Uzui Tengen miraba con adoración a su chico. Era imposible no apreciar la belleza que irradiaba. Amarillo como el sol. Fue un pensamiento que se le vino cuando vio aquellos hilos dorados siendo iluminados por los primeros rayos del amanecer. Sonrió y acarició el fino rostro ruborizado. Sanemi se había acercado para entregarles una manta, ¿habían trasnochado ahí? Le restó importancia, ingresando nuevamente a su casa. Uzui decidió levantarse, cargando al rubio en brazos e ingresar también a la ahora vacía casa de su amigo. Recostó al rubio sobre el sofá, viendo con curiosidad que Giyuu estaba sentado cerca de Tanjirou, dormidos, al parecer. 

El rubio se removió en el sofá y bostezó, captando la atención del albino, quien se acuclilló para observarlo mejor. — Vaya, el chico te tiene en sus manos — comentó Sanemi, quien salía de la cocina con dos tazas de café, le ofreció uno a Tengen y se sentó en otro sofá, a un lado de Inosuke, quien dormía plácidamente. Uzui se sentó en el espacio que dejaba el rubio y empezó a tomar su café. —¿Por qué diablos están aquí? — preguntó Sanemi sin todavía comprender qué hacían sus alumnos en su casa. Aunque no debería sorprenderse mucho, Tengen y Giyuu parecían que pronto los presentarían como sus novios. Rodó los ojos. 

— Tu hermano los trajo — respondió Uzui, acomodándose al sentir que el rubio lo empujaba con sus pies. Carraspeó. — No los invitó a su habitación. — comentó. 

— Bueno, pero gracias a eso pudiste confesarte, ¿o no? — tanteó sorbiendo de su café, tratando de no perder la paciencia al ver lo inquieto que podía ser el chico con rostro afeminado. 

— Más o menos..., se quedó dormido — confesó con una sonrisa nerviosa. — Pero está bien, pronto lo haré mejor. —

— Hmmm — Inosuke daba vueltas y vueltas en el sofá, hasta subir sus piernas encima del profesor Sanemi, quien se irritó y se levantó de golpe, asustando al de hebras azuladas y despertando a Giyuu. 

— HEYYYYY — alzó la voz. Estaba más que fastidiado, y se molestó aún más cuando Inosuke solo lo ignoró y se volvió a dormir. Uzui empezó a reír, despertando a su chico. — ESTE IDIOTA. — se quejó Sanemi, volviendo a sentarse en su lugar.

— ¿Hm? — Giyuu los miraba con fastidio. — ¿Por qué gritan tanto? — preguntó acomodándose en su asiento y fijándose en Tanjirou, cubriéndolo más con la manta al ver que seguía dormido. Uzui y Sanemi no pudieron contener sus risas, Giyuu se veía tan gracioso cuidando a ese chico. 

— Vi que copiaste mi estilo — comentó Uzui, refiriéndose al sueter que Giyuu puso a Tanjirou. 

— Hm, creo que funcionó — Giyuu se veía satisfecho, había avanzado un poco más hacia su objetivo. Sabía que el chico tenía una obsesión con Kyojuro, que por suerte no apareció frente a ellos durante toda la noche, o sino ahora estaría consolando el corazón roto del chico. 

Zenitsu se levantó de golpe, asustando a sus profesores, miró a los costados y se sobresaltó al verse rodeado de ellos. Iba a entrar en crisis pero se fijó que sus amigos también estaban allí, eso le tranquilizó un poco, volvió a recostarse, mirando a su profesor de artes. — ¿Qué hora es? — preguntó dando un bostezo. 

Uzui se tragaba las palabras cursis que quería decir, aún no podía, asustaría a su chico..., con lo asustadizo que solía ser. Suspiró y se inclinó hacia él, incomodando a sus amigos, quienes trataban de mirar en otra dirección. — Son las seis de la mañana — respondió con una sonrisa socarrona. — Es domingo — se apresuró en decir al ver cómo el chico cambiaba nuevamente de expresión a una alterada. Con eso pudo relajarlo un poco. ¿Ya podría besarlo? Pensó mirándolo conmovido. 

El rubio se giró hacia los almohadones del sofá para dormir nuevamente, dejando a un Uzui abatido a mitad de camino. Sanemi no pudo contener la risa y empezó a burlarse de su amigo, Giyuu solo pudo dibujar una media sonrisa en su rostro. 

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora