Capítulo XII

8.1K 1K 216
                                    

Había empezado a soltarse más y a acostumbrarse a sus labores como prefecto. Ya había pasado dos semanas de que comenzó con sus deberes, por lo que iba adaptándose lento pero seguro. Desde la llegada de Kaigaku, ya no venía solo desde su casa, él lo acompañaba a regañadientes porque el abuelo lo obligaba.

A pesar de lo pesado que llegaba a ser su hermanastro, él le tenía aprecio. Creció con él y lo acompañó toda su vida, por cosas del destino, quizás, Kaigaku empezó a cambiar. Salía a fiestas, a veces volvía, otras no, se metía en riñas con desconocidos y hasta una vez tuvieron que ir a buscarlo en la estación de policías. Su trato con él había cambiado también, nunca fue cariñoso, pero demostraba su aprecio mediante acciones. Pocas acciones..., pero así era él. El abuelo lo adoraba mucho, hasta a veces le hacía pensar que su hermanastro era el preferido, a pesar de que él se encargaba de hacer casi todo en la casa. No guardaba rencor, sino todo lo contrario. Eran solo vagos pensamientos, después de todo, él haría cualquier cosa por ellos.

Pasaron tres días desde ese entonces, y ya se sentía un poco mejor al saber que su abuelo estaba más tranquilo al ver a su otro nieto. Se había olvidado del dibujo y de lo sucedido en casa de Tanjirou. Ahora se enfocaba en sus responsabilidades como prefecto y en el proyecto de historia.

— Hey, ¿qué les parece si vienen este fin de semana a mi casa? — preguntó Genya inseguro. Se encontraban en el receso, luego de unas largas horas de matemáticas, respirando aire puro como si se tratase de la primera vez.

— ¿Harás una fiesta? — Inosuke estaba concentrado echándole agua hervida a sus fideos instantáneos, pero escuchaba atento a cada palabra que decían.

— No creo que debemos pensar en fiestas ahora, Inosuke — manifestó Tanjirou. — Tenemos que concentrarnos en el proyecto de historia. —

— Pues tenemos una película pendiente — comentó Zenitsu a la vez que comía un sándwich cortesía de Inosuke.

— Podemos verla en mi casa — propuso Genya. Los tres miraban de reojo al chico, ¿por qué insistía tanto en querer llevarlos a su casa? Se ponían un poco paranoicos, pero es que Genya casi nunca invitaba a su casa. — Solo lo digo para pasar el tiempo — habló desganado. — Tampoco es para que me miren de esa forma... —

— Yo no tengo problemas — opinó Inosuke dándole una probada a sus fideos. —¿Quién más irá?—

— No es una fiesta, Inosuke. — respondió Zenitsu pausadamente. — Iremos a ver la película. —

— Sí, la película... — afirmó Genya, recibiendo nuevamente miradas de desconfianza. — ¡¿Es que qué demonios les pasa?!. — Se sentía un poco raro hacer estas cosas, pero le había prometido a Inosuke que un fin de semana los invitaría a su casa. El de hebras azuladas hasta lo había amenazado innecesariamente para que sus planes funcionen. Dio una larga respiración y los miró con pena. Quería ayudar, pero no bajo presión. Su hermano podría reprenderlo.

Inosuke se había puesto unos lentes negros a la vez que empezaba a actuar extraño. Tanjirou y Zenitsu lo miraban con desconfianza al ver que sacaba algunas cosas de su mochila, se miraron entre ellos y se encongieron de hombros. Se alarmaron cuando vieron a algunos chicos acercándose a él.

— Traficando comida — respondió mientras hacía negocios en la mesa ante las atentas miradas de sus amigos. Entregó algunos fideos instantáneos y chocolates, al parecer de otra procedencia y recibía dinero como parte de pago.

— ¿Y tú para qué o qué quieres dinero si ya tienes suficiente? — preguntó Zenitsu con interés y tratando de ser obvio.

— Necesito ser independiente, ¿tan mal está eso? No quiero depender de mi padrastro. — confesó inflando las mejillas. Empezaba a hacer un berrinche, ganándose las miradas curiosas de los estudiantes.

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora