Capítulo LIII

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Kaigaku trataba de no quebrarse, retenía las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y apretaba los puños. Sabía que esto podría llegar a pasar, pero uno nunca está preparado. El nudo en la garganta no le dejaba responder a la doctora que había llegado con la noticia, como una bomba, la tiró para cambiar absolutamente todo a su alrededor. El azabache negó con la cabeza, se sentía desolado.

La noche anterior ya predecía la inminente ida de su abuelo, Zenitsu estaba en un sueño profundo y él estaba solo. Sabía muchas cosas, menos cómo actuar ante este tipo de situaciones, dolía como mil demonios dentro de su interior. ¿Qué haría ahora? Si bien, los enfermeros lo ayudarían, pues él y su hermano no eran más que huerfanos en este momento. Ninguno era aún mayor de edad, Zenitsu cumpliría dieciséis años dentro de poco y él, en unos meses, dieciocho. Los compañeros de la empresa de su abuelo no tardaron en llegar, el jefe ofreció hacerse cargo. Kaigaku solo podía pensar en cómo se lo diría a su hermanastro que aún estaba tratando de asimilar lo que le pasó la noche anterior.

Vio por última vez a su abuelo, quien estaba con los ojos cerrados, sumido en su sueño eterno y con la palidez que cubría todo su rostro sin vida. Se mordió el labio inferior y salió de allí para ir a encerrarse en el baño, ahí podría desahogar su tristeza y furia en soledad.

A penas había llegado luego de dejar a Zenitsu en casa, aún creyendo que su abuelo estaba mejorando, nunca esperó las cosas cambiaran de un segundo a otro. Ahora tenía que volver a casa, ya no volvería al hospital, la cuestión estaba en hablar con Zenitsu. Había tantas cosas en su cabeza, se sentía cansado y no sabía qué hacer. ¿Cómo hablar de eso con su hermanastro? ¿No podía simplemente ocultarlo de por vida? Tendrían que prepararse para el funeral, el rubio lo odiaria si no fuese invitado al último adios de su abuelo.

Zenitsu solo empezó a escribir con sus amigos y a hablar con el profesor Uzui, para luego de eso, desaparecer por toda la tarde noche. Kaigaku había vuelto a casa con el almuerzo para el rubio, lo vio comer en silencio y esperó un momento de más calma para poder contarle esa horrible noticia, dejando al rubio con la mente en blanco. Al rato, su hermanastro soltó unas lágrimas que al poco tiempo se fueron descontrolando para empezar a quebrarse en llanto. El azabache cerró los ojos y respiró profundo, apretó los labios, su hermano volvía a romperse. Sabía que necesitaba mostrarse fuerte, para que el rubio se apoyara en él y se sintiera protegido, pero le costaba tanto. Supuso que este era el momento para empezar a consolar a Zenitsu.

Se acercó a él y lo abrazó, intentando contenerlo. No le pediría que dejara de llorar, porque lo mejor sería que dejara fluir todo ese mal libremente para que luego no duela tanto. Zenitsu se sujetó fuertemente de él, llorando con mayor intensidad y tratando de esconderse en algún lado entre los brazos de su hermanastro, quien estaba mirando al frente, con la mirada distante. El rubio no podía controlar su llanto ni su ira hasta que quedó completamente vacío, entre hipidos y con la mirada perdida, aún escondido en el abrazo de Kaigaku.

- Dentro de unas horas será su entierro... - murmuró. Tendrían que estar preparándose ya, pero necesitaba que el rubio se descargase, hasta que nuevamente quedó sin energías.

- No quiero ir... -

- Tienes que verlo por última vez, luego te arrepentirás. -

- ¿Encerrado en un cajón? - Zenitsu seguía escéptico a la idea de que ya no vería a su abuelo nunca más. Kaigaku resopló.

- Zen, es parte de la vida. Nos quedamos con los mejores recuerdos de él. ¿Sabes? Dicen por ahí que la vida nos quita algunas cosas para que logremos recibir mucho más, cuando lo hace es porque nos espera otras cosas que nos ayudarán a crecer y a explorar nuevos caminos. No es algo malo, porque después de todo, las cosas pasan por algo... - su intención era darle algunas palabras de apoyo, no sabía si pudiese funcionar, pero al menos, su hermanastro ya estaba más tranquilo.

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora