A M I G O S

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"¿Cómo te llamas chico?

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¿Eh, por qué no hablas?

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¿Qué es lo que estas escribiendo? (...) ¿Yato? ¿Tu nombre es Yato?" (...)Yo no tengo nombre, ¿Quieres ponerme uno?

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"...y entre todas las pesadillas, tú rostro es el único que puede calmar mis noches de intranquilidad"

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¿Quieres ponerme uno?

—Sakura.

—¿He, has dicho algo Yato?

—No nada realmente, solo que los árboles de cerezos son muy hermosos en está época, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que los vi.

—Pero ¿qué dices? si hay árboles de cerezo en todo Japón —Hiyori sonrió a un distraído Yato. Aquella cálida tarde de principios de primavera, habían decidido tomar un descanso de su agitada rutina de trabajador/estudiante y criador a la vez e ir a caminar por las veredas que mostraban los colores de una hermosa puesta de sol. En un pequeño coche de color azul, el pequeño Yukine miraba el paisaje con curiosidad mientras era transportado por la chica quién de vez en cuando enfocaba su vista al bebé y le daba una tenue sonrisa.

Yato tan solo asintió sin decir ninguna palabra, era verdad, Japón estaba plagado de árboles de cerezo, eran tan fáciles de ver y eso provocaba que su pecho se oprimiera, porque sabía que el único que estaba interesado en volver a ver ya había sido talado y jamás podría apreciarlo por una última vez.

Pero ahí estaba; apreciando nuevamente otros árboles de cerezo, por primera vez después de mucho tiempo había tomado la decisión de girar su cabeza ignorando su camino recto para apreciar el paisaje que le brindaban su alrededor.

—¿No te parece sentarnos unos momentos debajo de los árboles? —propuso él a la chica quién estaba jugando con el bebé. Ella asintió feliz por la propuesta, sabía que el mayor estaba en su mundo y era bueno de vez en cuando dejarlo pensar a solas unos minutos. —Toma a Yukine para poder bajar el coche al pasto, será difícil llevarlo así. —Haciendo lo que le pidió, ella tomó al niño en brazos y empezó a caminar hasta llegar debajo de la copa del árbol.

—Mira Yukine, ¿No es bello? La primera vez que ves un árbol de cerezo ¡Que emoción! —Decía Hiyori al menor mientras lo cargaba en brazos. Yato caminaba detrás de la chica cargando el carro del niño, de vez en cuando, paraba para quejarse de lo pesado que era para seguir con su camino.

—¡Diablos! ¿Por qué no compre el más liviano? Para la próxima no me dejó convencer por ti para comprar coches para bebés, el otro se veía más liviano —reprochó el mayor a la chica quien tan solo le dio una sonrisa y dejó suavemente al niño sentado debajo de una cobija.

Ahora Yukine tenía cuatro meses y medio, pasaba más tiempo despierto y, por ende, se estaba volviendo más curioso ante las cosas que había a su alrededor, también comenzaba a diferenciar a sus cuidadores, por lo que, constantemente buscaba la compañía de la chica o Yato y a veces lloraba desconsoladamente cuando alguien desconocido lo tomaba.

El doctor le había explicado aquellas cosas del niño, cada vez necesitarían estar más atento a las cosas que él hacía, pues, empezaría a descubrir el mundo llevándose varios objetos a la boca y había que estimularlo lo suficiente para que tuviera un apego saludable a sus cuidadores.

Familia | Noragami | YatoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora