P A S A D O

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Como cada mañana de costumbre, Daikoku se levantaba a la salida de los primeros rayos del sol. Le encantaba asomarse por su ventana y admirar el hermoso paisaje que le brindaba; ya desde hace un poco más de diez años, agradecía esos pequeños momentos, donde se daba cuenta que todo el sacrificio dado había valido la pena.

Respiraba el gélido aire de la mañana y sonreí. Hoy será un buen día, era su frase para nuevamente cerrar la ventana de su dormitorio y tratar de hacer el menor ruido posible para no despertar a su amada quién descansaba tranquilamente todavía envuelta en las sabanas del lecho matrimonial.

Se dio un baño rápido y se vistió con lo primero que encontró en su armario. Bajó a la cocina donde comenzó a preparar un delicioso desayuno mientras tarareaba una canción. No había muchos cambios en esa rutina, siempre ha sido el primero en levantarse para sorprender a su mujer todas las mañanas con algún alimento delicioso y verla sonreír. Pero bueno, estaba locamente enamorado, y amaba hacer aquellos detalles a su esposa, sin embargo, aquella tranquilidad de sus mañanas cambio hace ya un mes, donde ahora el timbre puntualmente sonaba a las siete treinta con mucho ímpetu haciendo que toda esa buena vibra con la que se despertaba se fuera por la borda.

—¡Daikokuuuu~! —Escuchó el odioso gritó que lo enfurecía.

Respiro hondo tratando de tranquilizar su espíritu por el ruido innecesario que provocaba ese hombre en las mañanas, si seguía de esa manera iba a despertar a su diosa y eso no le agradaba a él. Caminó rápidamente hasta la puerta de la entrada y la abrió con fuerza para ver la sonrisa del chico quién gritaba.

—¡Dios de la entrega a domicilio, Yato! Como todas las mañanas ¡una encomienda! —Gritó el enérgico pelinegro mientras sostenía a un alegre Yukine en sus brazos. Al ver al bebé, toda aquella furia que había acumulado por el ruido se esfumaba, la expresión seria de su rostro cambiaba por una alegre sonrisa y estiraba sus brazos para recibir al pequeño niño.

Yato, por supuesto, le entregaba al pequeño Yukine y no demoraba para colarse dentro del cómodo domicilio y sentarse en las sillas del comedor.

—¿Qué es lo que vamos a desayunar hoy, papá Daikoku? —preguntaba travieso el pelinegro. El nombrado dejó al bebé en la alfombra del lugar mientras lo acomodaba con juguetes y peluches que Yato se había encargado de dejarle y junto con eso, juguetes que él con su esposa comenzaron a comprar desde que el bebé se comenzó a quedar en su casa. Aunque, como todo niño, el pequeño rubio tenía un peluche favorito de un gato que le había comprado su "madre legal", un gato con unas machas en el cuerpo hacía que el menor pudiera estar tranquilo jugando por un buen rato.

—¿No dijiste ayer que tenías una reunión muy importante hoy? ¡Ya es tarde! Fuera de aquí —expresó el hombre para seguir cocinando el desayuno.

—Tengo tiempo, no es bueno presentar una reunión muy importante con el estómago vacío Imagínate, yo ahí todo un adulto presentadome ante los jefes más importante de la compañía y ¡ paf! Desmayo por fatiga, uuuuhhh, que mal —resopló Yato. —Así que ¿Qué vamos a desayunar hoy, papá Daikoku? —Repitió la pregunta.

—¡prefiero morir antes que tener un hijo como tú!

—¡Wah! Que malvado —el pelinegro hizo un gesto de dolor ante aquello emitido.

—Además, ¿Acaso tú no desayunabas con Hiyori antes? ¿Acaso todavía no se arreglan? —preguntó Daikoku mientras preparaba el café y le entregaba una taza al chico. La sonrisa de Yato se esfumó, agradeció la taza con café y tan solo ocultó su rostro mientras bebía el líquido caliente. —Creo que ese es un evidente "ni siquiera he tocado el tema con ella"

Yato suspiró. —No me veo capaz de hablarle del tema, sé que debería, después de todo, Nora ya abrió la maldita boca lo suficiente como para hacerla dudar y que se alejara de mí. —respondió apenado. —Además, Hiyori está en exámenes en esta época, sale muy temprano de su hogar y yo con el trabajo tampoco he tenido tiempo como para acercarme a ella y darnos unos minutos para charlar. —Yato sonrió, se robó una manzana de la cocina (a escondidas de Daikoku) y se acercó a su hijo quién estaba entusiasmado mirando el peluche del gato.

Familia | Noragami | YatoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora