V E R D A D -

695 53 21
                                    

Ella recordaba perfectamente el día en que padre le había tomado de la mano y la había sacado de aquel basurero donde pasaba sus noches deambulando. Recordaba a sus tiernos cuatro años caminar sin rumbo y poder conseguir un poco de comida para alimentar aquel apetito que era insoportable. Recordaba sus dedos congelados y la envidia en sus ojos al mirar aquellos seres que reían sin preocupaciones, que tenían un lugar donde poder regresar siempre, un techo cálido, comida, gente que los amaba, ellos tenían todo. Y ella no tenía absolutamente nada.

—¿Te has perdido pequeña?

Aquellas palabras la habían salvado de una muerte prematura.

—No. Solo espero —había respondido ella mientras miraba el pequeño lago de aquel pueblo donde había vivido desde que tenía memoria. El hombre se sentó a su lado y, de sus vestimentas, sacó un panecillo que provocaron que sus tripas comenzaran a rugir de tal manera que dolía.

—Si no te molesta, puedo esperar contigo ¿Quieres? —Ella quedó en silencio para suavemente asentir a la pregunta. No fue necesario que el hombre estirara su mano para darle el alimento, ella se lo arrebató de las manos y lo aprecio unos segundos antes de devorarlo; hace días que no había probado un bocado y tan solo engañaba su estomagó con el agua de aquel lugar. —¿A quién esperas? ¿ puedo saber?

—No sé —dijo ella —solo espero algo y ya está. ¿Y usted? No lo había visto nunca por estos lugares, es un forastero ¿no?

—Eres una niña muy inteligente para tu corta edad. Me agradas, es verdad, yo no soy de aquí, verás, soy un médico, pero por cosas del destino ahora me encargo de deambular buscando ayuda para poder lograr mis objetivos.

—¿Objetivos? Usted es un médico ¿no? Debe tener dinero. La gente con dinero no necesita ayuda de nadie, puede comprar todos sus objetivos con dinero, así como el alimento. —respondió ella mientras se lamentaba que aquel pan se acabará tan rápido.

El hombre dio una sonrisa irónica, sacó otro panecillo y se lo entregó a la chica, ella quedó dudosa "¿por qué un hombre desconocido era tan amable con ella?" bueno, no importaba, ya su vida era bastante mala, no importaba si ese hombre la quisiera matar. Acepto el panecillo y siguió comiendo.

—Es verdad...este mundo lo maneja la gente que tiene poder, es decir, dinero. Yo, por más dinero que tuviera, no pude tener justicia y es lo que buscó.

Ella miró al hombre para luego hablar —Sus ojos me dicen venganza más que justicia.

—Eres una pequeña muy perspicaz ¿no? ¿Tienes nombre?

La niña quedó en silencio. ¿nombre? La gente la llamaba vagabunda, escoria cuando robaba, mal nacida, errante, ¿Esos eran nombres? Entonces tenía muchos.

—Tú silencio me dice que no ¿Te gustaría tener uno?

Los ojos oscuros de la chica tuvieron brillo ¿iba a tener un nombre? ¿Él le iba a dar un nombre? Si él le daba un nombre ¿Eso la convertiría en parte de él, no?

La niña tragó saliva y susurro suavemente —Si.

El hombre sonrió y quedó pensativo unos minutos —¿Qué nombre podría ponerte? Umm...veamos tú, tu rostro —dio una sonrisa para luego pronunciar el primer nombre que se le vino a la mente —Tú desde ahora te llamarás...Mizuchi. Desde ahora me encargaré de ti, eres la persona que me va a ayudar en mis planes ¿Te gustaría? No estarás sola nunca más, cuidare de ti, desde ahora, puedo decir que soy tu padre.

Mizuchi quedó en silencio para luego mirar al lago, asintió con la cabeza suavemente sin mirar a los ojos a ese honbre, sentía que iba a derramar lágrimas de felicidad, un nombre, un padre, alguien quien la iría a cuidar ¿Nunca más pasaría frío, ni hambre? No importaba lo que tuviera que hacer, solo deseaba eso. —Si—asintió haciendo que "padre" le acariciara suavemente sus cabellos.

Familia | Noragami | YatoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora