S A K U R A

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.—¡Vamos Yukine, di pa-pá!

Exclamó un emocionado Yato mientras que su pequeño bebé de ya ocho meses lo miraba con curiosidad por los extraños gestos que el mayor hacia al pronunciar las palabras. Daba una pequeña sonrisa para luego distraerse con los peluches que estaban a su alrededor.

El pelinegro suspiro. Nuevamente había sido ignorado en su intento de hacer que el pequeño lo nombrara.

—¡Yato, espero que tengas el informe listo de la mañana! —Como era de costumbre, Bishamon entró a la oficina del chico con una cara de pocos amigos. Ya era fin de semestre, no solamente las escuela o universidades cerraban un ciclo, si no que las empresas también tenían que presentar sus respectivos informes semestrales de balances, por eso, la tensión en todas partes estaba presente. Sin embargo, aquel gesto rudo de la fémina desapareció al ver al pequeño Yukine jugando con sus peluches, luego miro a Yato —Te he dicho que esto no es una guardería Yato, si descubren que hay un bebé en la oficina nos puede llegar una multa por las inspecciones.

—Lo sé, pero no me quedaba de otra, Hiyori está en proceso de exámenes así que se encuentra muy ocupada, tenía que llevarme a Yukine si o si —se excusó Yato mientras se levantaba del suelo e iba a su escritorio para sacar unos papeles —Pero tranquila. Como siempre, Yukine y yo nos quedaremos aquí bien ocultos, nadie nos notará.

Expresó el chico con seguridad esas palabras mientras caminaba a buscar los papeles que le habían pedido. Ante la distracción de los adultos y en tan solo unos segundos al ver la puerta abierta, el bebé dejó de un lado sus juguetes y gateo hasta la entrada de la oficina, donde, la rubia lo tomó en brazos al percatarse que el pequeño se quería escapar de la habitación. Miró al mayor que se encontraba con una sonrisa nerviosa por el intento de escape de su hijo.

—No es sano que un bebé este encerrado todo el día en una oficina, Yato. —Dijo Bishamon —Se que no te gusta dejar a Yukine con desconocidos, pero tienes que conseguirte una niñera, este mes será de mucho trabajo y no estoy dispuesta a más papeleo por si descubren a Yukine en tu oficina. ¿Te imaginas el gran lío que nos darían los altos mandos? No, olvídalo Yato. Hoy te la dejó pasar, pero te doy un plazo de dos días para conseguir alguien quien lo cuide.

—¿¡Dos días!? —replico Yato —¡Es imposible! Olvídalo, para dejar a mi bebé con alguien primero tengo que saber todo el historial de esa persona, por lo menos estar con esa persona más de un año, familia, trabajo, ingresos, estudios, que comida le gusta, programas favoritos, hobbies... —Empezó a enumerar todos los impedimentos para evitar tener que dejar al pequeño en manos de un desconocido. Bishamon dejó al niño nuevamente en la alfombra lleno de juguetes para luego acercarse al pelinegro y arrebatarle los papeles que tenía en sus manos.

—¡No hay excusas! —Fueron sus últimas palabras antes de dirigirse a la puerta —Tienes que concentrarte en los informes finales. En una semana más se nos acerca el comité de presupuestos, ¡Te quiero aquí, tu cabeza en la tierra! Comprendo que te de miedo dejar a Yukine con un desconocido, pero son los riesgos que tienes que tomar con la paternidad, no puedes ser tan sobreprotector.

—Yo...—Yato no alcanzó a terminar su frase, Kazuma había entrado corriendo a la oficina buscando a Bishamon.

—Permiso, perdón —dijo antes de entrar —Veena, doña Kofuku te llama para los informes de pronósticos financieros, dijo que ya estaban terminados, así que puedes ir a retirarlos cuanto antes.

—Oh diablos, no tengo tiempo de ir a buscarlos, ahora tengo una reunión con el comité internacional —Expresó la rubia con frustración. —¿Puedes ir tú, Kazuma?

Familia | Noragami | YatoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora