Casi no he hablado con Macarena desde aquel día en las duchas, solo la vi por unos minutos ese mismo día cuando vino a mi celda y me comentó que había podido enviar el mensaje a Karim. Después de eso nada, si me la cruzó en algún lado casi ni me mira, puedo ver la culpa en cada mirada que me envía cuando cruza los pasillos tomada de la mano de la Rizos, lo que no sé es si es culpa que siente con ella o conmigo.
Sé que algo pasó con la Rizos, sé que lo sea qué pasara también involucró a la gitana, pero no sé bien el qué, apenas he oído algunos rumores de pasillo, pero nadie sabe bien por qué la gitana enloqueció, lo único seguro es que ahora Saray está en aislamiento por casi matar a uno de los guardias y que se quedará allí por una larga temporada.
Mi delirio de persecución se hace más intenso a cada segundo qué pasa, y sin la distracción de la rubia o la gitana, la verdad es que empiezo a pensar que me voy a enloquecer.
Estoy acostada en mi cama con el teléfono móvil que le he comprado a Anabel en una mano, observando la pantalla frenéticamente cada dos segundos como si esto ayudara en algo a que Karim hiciera la llamada que estoy esperando, se que no es así pero no puedo evitar hacerlo. Es entonces que me doy cuenta que alguien me observa, levanto la vista y encuentro a Bambi mirándome con su ojos saltones desde el váter.
«¿Que miras?», le pregunto desde la cama y trato de sentarme pero el dolor en las costillas me hace pensármelo dos veces.
«Nada».
«Por cierto, ¿qué estás haciendo?».
«Solo pis», me responde la niñata esta.
«¿Solo pis?», pregunto sentándome, «Joder. Estoy hecha una mierda,» me quejo al saltar de la litera porque no tengo un solo hueso o músculo que no me duela al hacerlo. Entonces, le hago una seña a Bambi para que no diga nada y saco el detector de micrófonos que tengo escondido entre la espuma del colchón de la litera inferior.
«Mame, ¿tienes novio?», pregunto entonces mientras empiezo a buscar en todos los rincones si hay algún micrófono escondido.
«Si. Bueno, ahora está en la cárcel», dice ella.
«¿Y hacías pis delante de tu novio?», le pregunto, mientras sigo buscando en cada sitio que se me ocurre donde pudieran plantar un micro.
«No, la verdad es que no», responde Bambi.
«¿Y por qué haces pis delante mío?», pregunto yo intimidándola, «¿Soy tu novia?».
«No señora» replica ella, bajando la mirada y yo me rio.
Sigo riendo y cada vez se intensifica más mi risa, porque me cae en gracia que me llame señora con esa mirada de absoluto terror que me envía.
«No hay micros», digo entre carcajadas, «como digas algo de lo qué pasa en estas cuatro paredes, esta señora te arranca los párpados, ¿te queda claro?», le amenazo y ella solo asiente con la cabeza, «venga largo, vete a la ducha, adonde sea».
En cuanto sale Bambi de la celda con pasos apresurados me entra la llamada que tanto he estado esperando.
Karim.
A penas un minuto dentro de la llamada y se que mi plan de comprar mi vida y la de la rubia con el dinero de Marruecos no va para ningún sitio, era una oportunidad muy remota y nada más planteárselo, Karim me hace saber que no es viable. Entonces, en mi mente se traza un nuevo plan, una nueva oportunidad qué lamentablemente esta vez no va a beneficiar a la Rubia o a su familia y lo lamento mucho pero ambas sabemos que ella me traicionaría también en un segundo.
Por algún motivo mi nueva resolución de traicionarla no me sienta nada bien y decido volver a saltar en la cama, me siento cansada, todo me duele y no siento las fuerzas de siquiera salir de la celda, así que me acuesto nuevamente y en cuestión de segundos empiezo a dormitar.
Me despierto porque Macarena entra en mi celda precipitadamente y no para de hablar de como me va a caer un puro si hacen recuento y yo sigo tirada en cama.
«No me encuentro bien», le digo, pero en lugar de levantarme como ella me pide, simplemente cambio mi posición y me tumbo de costado hacia el lado en que se encuentra ella, la miro desde allí, haciendo puchero como una niña que acaba de despertar y se queja con su madre porque no quiere ir a la escuela.
Macarena me pregunta si he hablado con Karim y yo le cuento como nuestro plan se ha ido a la basura. Ella resopla creyendo cada una de mis palabras y la culpa se hace lugar entre mis costillas, mientras yo trato de sacarle algo para decidir a quien de su familia debería vender, su padre o su hermano, trato de entender el perder a quién le haría menos daño, pero concluyo que no habrá diferencia, sea quien sea nuestra relación esta por terminar y ella no me va a perdonar.
«Métete conmigo en la cama», le digo a la rubia.
«¿Disculpa?», pregunta ella sorprendida por mi cambio de tema.
«Venga rubia, ¿a qué le temes tanto? ¿Qué tu novia te encuentre conmigo abrazada?».
«Acabas de pasarte un cepillo que restregaste en el váter por los dientes», dice ella evitando mi pregunta.
«¿Acaso te estoy pidiendo que me beses?», replico yo, «métete en la cama conmigo», repito y Macarena me manda una mirada que no se descifrar.
«Venga, va», me dice entonces y yo le sonrío.
Tal vez esta sea la ultima vez que voy a estar cerca a la rubia y planeo saborear cada minuto.
«Abrázame rubia», le pido cuando ambas estamos bajo las cobijas y aunque lo duda por un segundo Macarena hace lo que digo.
«Estas muy rara Zulema, ¿te encuentras bien?», me pregunta y yo me limito a negar con la cabeza.
«Estoy cansada», digo entonces.
«Entonces duerme», me susurra al oído y es lo ultimo que escucho antes de quedarme dormida.
Macarena sigue abrazándome cuando despierto unas horas después.
«Tengo que irme», me susurra al oído en cuanto nota que desperté, «no quería despertarte, pero me he inscrito en el torneo de boxeo y la primera pelea es en unos minutos».
«Pues rómpete una pierna rubia o pártecela a las demás», suelto yo antes que la rubia se marche del lugar y me pregunto si esas son las últimas palabras que ella oirá de mí, antes de enterarse que por mi culpa ha muerto su hermano y sé que probablemente será así.
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Éxtasis | Vis a vis
FanfictionEl amor es una droga de la que no te puedes quitar ni con toda la jodida metadona del mundo. Así que mejor cierra los ojos, abrochate el cinturón y disfruta del puto viaje a la perdición. Zurena | Zulema x Maca