Capítulo 14

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No se en que términos estamos con la rubia, es difícil llevar la cuenta de cuantas veces nos hemos traicionado mutuamente y la verdad es que ya no me interesa llevarla. Algo cambió la tarde de ayer, cuando Macarena regreso al baño, una tregua silenciosa fue pactada entre nosotras. Estamos cansadas, al menos yo lo estoy, no podemos seguir haciendo lo mismo por mas tiempo, follar de día y traicionarnos de noche, es simplemente ridículo.

Me encuentro dando bola al asunto mientras intento leer un libro, pero en realidad solo leo una y otra vez el mismo párrafo sin poder dejar de pensar en la rubia y es entonces cuando Fabio se asoma a la puerta de mi celda con dos novatas a su espalda.

«Aquí. Celda 234. Vamos, dentro», dice el guardia y yo me levanto automáticamente para tratar de evitar que me pongan estas idiotas en mi celda.

«¿Es una broma? ¿Primero Bambi y ahora estas dos retardadas?» Pregunto, pero antes que pueda hacer mucho Fabio ya se esta yendo, «genial, la celda de los despojos» me quejo por lo bajo.

«Despojo tú, zorra», me dice una de las novatas volteándose a verme, «¿De dónde has sacado ese peinado? ¿De los elfos de "El señor de los anillos"?».

«Soy el elfo del puto infierno, ¿te gusta?», le contesto yo saltando de mi litera para acercarme, «y esa es la litera de Saray», añado de manera intimidante.

«Pues ahora es mía», me responde y yo solo decido alejarme, que Saray se encargue cuando vuelva de a donde sea que la hayan llevado a que la cuide la rubia, su nueva compañera de celda.

Por un momento sopeso la suerte de la gitana, quien ahora tiene a la rubia solo para ella en la misma celda. Y la idea de algún día también hacerme pasar por suicida para que Maca sea mi lazarillo, cruza mi mente momentáneamente.

Son las 7:30 de la mañana y para cuando llego al baño a asearme, ya he tenido un día de mierda. Con la novata que no le importa ponerse a cagar en la celda sin más y la otra que no pierde un segundo para desafiarme, ya he tenido suficiente para el día. Pero como si todo eso fuera poco, Maca y Saray entran en el baño tras de mi y la gitana empieza a reclamarme por mi pelea con las chicas de Anabel y por aliarme con Macarena. Entonces tengo que soportar escucharlas a la rubia y a ella, mientras se pelean por la Rizos frente a mí. Yo solo las veo, mientras pienso que si tan solo Saray supiera las implicaciones de mi alianza con Macarena, entraría de vuelta en aislamiento más rápido que lo que tarda Anabel en aparecer por la puerta del baño, con sus matonas heridas caminando un paso detrás de ella.

«Ahí viene», digo avisando a Macarena. «No se que mierda desayuna esta gorda. No se le acaban las pilas».

«Vengo a hablar civilizadamente», empieza Anabel.

«¿Y civilizadamente es meterme un alambre por el tímpano hasta reventármelo?», pregunta Macarena.

«No, no, no, no. Eso fue por el calentón del momento. Pero—», Anabel mira a la rubia con miedo y esto me hace sentir un poco de orgullo, «—a nadie le gusta perder apostando. Eso ya esta olvidado. ¿Amigas?» Le pregunta a la rubia y da un paso más cerca de ella.

«Quieta», la detengo con una mano para que no avance más y puedo sentir como Saray se tensa a mí lado al verme defender a Macarena.

«Un detalle. En señal de mi buena voluntad. Para mi ex compañera de celda», explica Anabel, ofreciendo una bolsa de aseo a la rubia, llena de cosas que seguramente entraron con ella después de un vis a vis íntimo, yo reviso la bolsa con la mirada antes de que la rubia la toque, como si hubiera una bomba o algo dentro de esa pequeña bolsa transparente y entonces Maca la recibe, «Soy una mujer de negocios y las guerras no son buenas para los negocios. Si quieres que algún día te preste a Bambi, no tienes más que decírmelo», ofrece entonces Anabel y Bambi agacha la mirada ante el comentario, por un momento me recuerda a Casper.

Anabel se va seguida de sus chicaa y yo empujo a una antes de que se vaya, solo porque puedo hacerlo. Saray me observa. Yo observo a Macarena y la rubia me observa a mí. La rubia y yo reímos y Saray se va enojada. En parte tiene razón la gitana, nuestra nueva camaradería es algo muy extraño e incluso ridículo, se supone que nos odiamos.

«¿Te acuerdas cuando volvimos de la fuga, lo que te dije?», pregunto a Macarena una vez nos quedamos a solas y ella niega con la cabeza, «pues eso, que ya no tienes miedo. Ahora das miedo».

La rubia se ríe por un segundo.

«¡Bú!» suelta entonces con cara amenazante y yo retrocedo, no porque tenga miedo, sino porque es bastante inesperado después de lo de el día anterior, «entonces, tú también deberías tener miedo», me dice y se va como si nada hubiera pasado entre nosotras.

En parte era una posibilidad que había cruzado por mí mente, que la tregua solo estuviera en mi cabeza, pero me negaba a creerlo hasta este momento. Poco me imaginaba yo cuan rota estaría la tregua en un día o dos.

No vuelvo a ver a la rubia por los siguientes dos días, me entero por Saray que su madre murió la primera noche que pasaron en su nueva celda, la gitana se ve afligida a pesar que no le cae en gracia Macarena y es en este momento que me doy cuenta de ya nuestra supuesta tregua está completamente pérdida. Su madre ha muerto y en parte es mi culpa por involucrar a su familia con la mía. La rubia no me perdonará nunca. Lo entiendo y no la culpo por eso.

Para cuando regresa Macarena, tras el funeral de su madre, la noticia de que no solo su madre, sino también su padre ha muerto se expande más rápido que la pólvora en año nuevo por toda la prisión. Macarena ha matado a Karim, mi amenaza ha muerto, debería estar tranquila y celebrando, pero no puedo, porque sé que de mi tranquilidad nace el agobio de la rubia. Y eso es algo que no consigo dejar atrás, aunque ya solo el odio mutuo sea el único sentimiento que existirá entre nosotras.

NA/: Hola chicas y chicos, en serio estoy demasiado agradecida con todo el amor que le dan a mis historias, quería expresarlo de algún modo y escribirles lo mucho que me animan todos sus comentarios y votos en cada uno de mis capítulos.

Éxtasis | Vis a visDonde viven las historias. Descúbrelo ahora