Capitulo 33- La única ley de la autoridad es el amor.

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El temor de perder a quien nos incita a entregarnos cada segundo como si fuese el ultimo por no llegar a sus profundidades, por no alcanzar a abrazar su espíritu, por creer que nuestro cuerpo no es capaz de darle toda la maravilla que se merece, ese temor empina y nos lleva a sacar siempre el extra en cada momento.


Así se sentía Cesar ante la infinita soledad sin su amada. Las noches eran más largas porque sabía que al día siguiente las horas serian amargas por no disfrutarlas en su compañía.


No estaba dispuesto a dejarla marchar completamente, solo quería hacerla sufrir en su propia decisión hasta que ella misma le implorara regresar. Pero mientras tanto el castigo que se impuso a si mismo le pesaba más que la penitencia impuesta por Victoria.


Por su parte ella releyó una y mil veces aquel mensaje, descifrando entre sus letras angustia y desesperación y un profundo dolor empañaba su significado. Sabía que el lucharía por ella hasta el último aliento pero cada detalle, cada ruego en silencio le estaba quebrantando su fuerza de voluntad. Otro gesto igual a ese y su muro de contención se vendrían abajo por la necesidad de saberse a su lado en total plenitud.


Días de silencio le siguieron a su paso, manos se ataron simbólicamente para no llamar en un arranque de desesperada noticia, desencuentros se suscitaron uno tras otro para no tentar a la suerte, a distancia y sin ningún tipo de roce era más sencillo cargar con la cruz.


Eso sí, mensajes llovieron por montones en su celular, hasta que en un tintineo de luz fueron llamados a escena para regalarle a una historia ya contada nuevas escenas que anunciaran un nuevo punto final.


Obligados a decir un sí, nuevamente cayeron en las garras del amor. Cuanta razón hay en esa frase que reza: Donde hubo fuego, cenizas quedan (aunque yo en este caso diría más bien un incendio)


Cesar: Buenas Victoria!! Puedo saludarte o eso también se me tiene prohibido? (con expresión de fingida inocencia)


Victoria: Odio cuando te haces el cínico (molesta)... buenas para ti también.


Cesar: No soy cínico cielo, es que tengo miedo que con una palabra mía y salgas huyendo de aquí.


Victoria: No tendría por qué. Somos adultos y encima de eso, somos personas que tienen por profesión el trabajo de fingir.


Cesar: No sabía que conmigo necesitaras fingir? (la mira seductoramente)


Victoria: (lo fulmina con la mirada)Yo no me estoy refiriendo a eso y es mejor no sacarlo a colación, ya te dije que lo nuestro no puede ser, digamos que nuestro amor, es un amor imposible.


Cesar: No existen los amores imposibles Victoria, los amores son posibles o no son ciertos.

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