POV: Adara
———
—¿Hola?
Asomé mi cabeza hacia el interior de la mansión, apretando los dientes al mismo tiempo que un trueno volvía a estremecer mi cuerpo. Tirité al estar calada de la cabeza a los pies. Lo último que quería era pillar un resfriado, y todo porque a tonta no me ganaba nadie. Yo solita me había metido en este embrollo.
—¿Hola? ¿Hay alguien? —me castañeaban los dientes—. ¿Price?
Esperé un largo y tenso minuto. Pero no vi a nadie. Al parecer aquí tampoco estaba él.
Mi mente me decía que no entrara, pero mi corazón tenía que ganarle por enésima vez desde que había pisado la misteriosa isla Williams. No había tomado buenas decisiones desde que supe que era una Williams. Y entrar a la mansión se iba al cajón de las «malas decisiones.»
Además que ni loca me quedaba fuera con la que estaba cayendo.
El frío abrazaba el interior de la mansión con un electrizante silencio que lo recorría en todas las direcciones. ¿Cómo se habrá abierto la puerta? Tal vez solo estaba atascada y con un golpe de viento se había abierto. Era posible.
La ingenua que llevaba dentro de mí hizo que diera los pasos suficientes hasta el interior del recibidor, insegura de si era lo correcto, y de pronto, la puerta se cerró a mis espaldas haciendo que brincara del susto dándome la vuelta.
—No, no, no —negué con el corazón palpitándome, volviendo hacia la puerta e intentando abrirla. Traqueteé el pomo innumerables veces pero parecía atascado. ¿En serio?
Golpeé la puerta en un intento de frustración al no poder abrirla.
—¡Qué demonios está pasando! —dije en voz alta para oírme a mí misma y no entrar en «modo pánico.»
Desorientada por la situación en la que me había metido, cavilé una manera de salir. Me quedé ahí, sin más. Con la mente en blanco. Los segundos pasaron, y el hecho de saber que estaba encerrada en una mansión abandonada y que me encontraba sola, me tenía en un total bloqueo.
Esto no era peor que esa vez en la que la monja, Esther, me encerró dentro de una despensa, a oscuras, durante una hora. Solo tenía seis años. Y según ella fue para darme un escarmiento por ser tan «revoltosa» y una «mala influencia» para las demás niñas; según sus palabras. Gracias a la Madre Superiora, Aurora, no se me hizo un trauma gordo pasar demasiado tiempo encerrada en la oscuridad. Pensé, agradándome recordar a la Madre Superiora.
Otro trueno se alzó sobre el cielo alterando mi sangre. Caminé hasta una de las ventanas del recibidor, observando con un profundo pesar que me sería imposible salir de aquí con ese diluvio que estaba cayendo ahí fuera.
ESTÁS LEYENDO
El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)
RomanceAllí estaba su deseo. Hecho mujer. La mujer de su vida. Un deseo marcado a fuego en su corazón. Él sabe que lo dará todo por ella. Hay deseos por los que vale la pena arriesgarlo todo. ________ Copyright © 2017-2020 El deseo de Enzo. Obra sujeta a d...