Capítulo 16

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POV: Enzo

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POV: Enzo

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Tienes una semana para contarle la verdad a Adara. Una semana.

Esas fueron las palabras exactas de Declan cuando le confesé mi pecado. Esas malditas palabras no me estaban dejando vivir, respirar.

Él sabía que no podía decir nada. Era secreto de confesión.

Pero si me dijo eso, era porque sin duda por su cabeza rondaba la maldita genial idea de confesarle a Adara la verdad. La verdad que me carcomía desde que la había conocido. No estábamos preparados para la verdad. Ni ella ni yo. De esa verdad a la que temía más que a nada en el mundo.

¡Maldición!

Siempre pensé que Declan nunca había nacido para servir a Dios. Joder, más le valía tener el pico cerrado. ¡No podía decir nada!

Solté un brusco suspiro inclinando la cabeza para los lados.

Hacía apenas unos minutos que había salido de la casa de Steven, vivía a las afueras de Roundstone. Gus no estaba en la suya, por lo que mañana intentaré visitarlo y darle lo que le corresponde por las pérdidas en su trabajo. La verdad es que por parte de Steven me había sorprendido su gentileza y amabilidad al recibirme, después de lo que le ocurrió a su ganado, y porque un puñado de supersticiosos señalaban a la maldición Williams como la culpable de que murieran sus vacas; en palabras más claras, culpaban a Adara.

Me sumergí de lleno en la conversación que tuve con Steven en su casa.

—¿Quieres algo más, un té, un café? —me expresó Marie apoyando sus manos en mis hombros con un rostro afable.

—No, Marie. Así estoy bien —le señalé el agua—. Gracias.

Ella asintió con una sonrisa dándome un beso en la cabeza y se marchó del salón. Dirigí mi mirada hacia Steven que aún seguía atónito con lo que tenía en sus manos.

—Enzo, no sé...

—Acéptalo, Steven.

Vapuleó el cheque en el aire con estupor.

—Es una cantidad enorme. No. No puedo aceptarlo, me sentiría mal —negó en rotundidad, deslizando por la mesa redonda el cheque hasta mí.

Sabía que se iba a poner tozudo.

—Steven —me incliné hacia él para susurrarle lo siguiente. No quería que Marie me oyera porque no deseaba que se sintiera mal—. No me cuesta nada. Esa cifra para mí no es nada. Tienes tres hijas maravillosas, la pequeña solo tiene seis años. Tu familia vive de tu trabajo, y has perdido unas ganancias que puede que tardes unos meses en volver a recuperar —con dos dedos arrastré de nuevo el cheque hacia él—. Acéptalo.

El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora