POV: Adara
———
2014, Septiembre
Nueva York
Hotel The Surrey
Y aquí me encontraba.
Otra vez.
Tirada en la cama y mirando el techo, intentando encontrarme. O en realidad encontrar que hacer en todas las horas que tenía por delante.
¿Cuándo mi vida había caído tan en picado?
Desde mi habitación podía escuchar una angelical voz procedente del salón, canturreaba de un modo dulce y melancólico la canción «Saturn» de Sleeping At Last. No sé, pero últimamente a Eve le había dado por cantarla. La nostalgia me invadía cada vez que la escuchaba y hacía que pensara con profundidad en mi existencia.
Hace como cosa de tres meses que había perdido mi trabajo en el Museo Metropolitano de Arte, aunque sinceramente no había sido del todo mi culpa lo que pasó. ¡Fue un accidente! Y a raíz de ese nefasto suceso, tuve que abandonar mi apartamento porque no podía seguir pagando el alquiler. No sé por qué la vida me había cogido manía, pero parecía que cuando todo me marchaba bien, el destino hacía algo a propósito en contra mía para desbaratar mi bienestar. ¿No podíamos tener una tregua? Estaba «marcada» por la mala suerte. Eso era un hecho que yo misma podía jurar.
La puerta de la habitación se abrió y no despegué los ojos del techo oyendo unos tacones resonando en el suelo de madera.
—¿Otra vez mirando el techo, Adara?
Incliné mi cabeza hacia esa voz. En la entrada de la puerta, recostando un hombro sobre el marco, se encontraba Evelyn —le gustaba más que la llamara Eve—, mi mejor amiga. Su largo cabello dorado relucía como el sol, y sus rasgos eran pequeños y delicados por lo que le hacía parecer muy dulce, con un cuerpo de infarto que ahora mismo ese vestido rojo de Prada ceñido a su cuerpo le hacía parecer una diosa. En serio, ¿cómo lo hacía? Cada día resplandecía más su belleza.
Sus ojos azules no dejaron de mirarme esperando a que reaccionara.
Volví a dejar la cabeza sobre la cama dejándome absorber por el techo otra vez.
—Llevo tres meses en paro y viviendo en este hotel. Me iba tan bien y de pronto... me quedo sin empleo y sin mi apartamento —volví a decir con tono depresivo. Y encima por más que buscaba no me salía ni un maldito empleo.
Ella se movió por la habitación y acarició deliberadamente el tatuaje de mi pie derecho —su preferido—, con una mirada de adoración. Se quitó sus elegantes zapatos y se echó sobre la cama poniéndose en la misma posición que yo, mirando al techo.
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El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)
RomanceAllí estaba su deseo. Hecho mujer. La mujer de su vida. Un deseo marcado a fuego en su corazón. Él sabe que lo dará todo por ella. Hay deseos por los que vale la pena arriesgarlo todo. ________ Copyright © 2017-2020 El deseo de Enzo. Obra sujeta a d...