Capítulo 7

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POV: Adara

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POV: Adara

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Me sentía pesada, embotada.

Un punzante dolor no cesaba ni un segundo sobre mi frente.

Al mover las manos, noté que estaba sobre un duro colchón. Lo único que lograba recordar era la voz de un hombre llamándome, y que tan dulcemente se parecía a Enzo. Hasta oí el ladrido de un perro. Pero no lograba recordar más.

Aun cuando el dolor me martilleaba con furor, abrí los ojos poco a poco incorporándome de la cama.

Pero qué...

La ojeé por encima con un rostro turbado. La cama sobre la que descansaba no estaba cubierta con sábanas ni colchas. Llevé mis manos a la cabeza tocando apenas el golpe de la frente. Hice una mueca.

Estaba confusa, desorientada. Con los ojos entornados debido al incesante y molesto dolor de cabeza, recorrí la estancia en la que me encontraba. El viento se colaba por alguna abertura de la ventana dejándome en tensión por su constante sonido. Había una vela encendida sobre una mesilla.

Abrí los ojos como platos.

No recordaba haber encendido una vela. De hecho yo no recordaba absolutamente como había llegado hasta aquí.

Los sucesos vinieron de golpe a mi mente con una nitidez terrorífica. Portazos. El chasquido de una puerta abriéndose. Los tenaces pasos que se habían enquistado en mi mente, volvieron a flotar a mí alrededor. Eran unos recuerdos abrumadores, escalofriantes, consumiendo mi corazón de un temor que hacía temblar los cimientos de mi cordura.

Había algo en esta mansión, algo fuera de lo normal. Y yo estaba aquí, presa de ella.

Ya me lo advirtieron. Qué ilusa fui al no creer a esas personas del bar O'Dowd's. Tenía que salir de este lugar lo más pronto posible.

Me agobié.

Sentí una presión fuerte sobre mi pecho.

Fui presa del pánico.

¿Cómo había llegado a esta habitación? Yo recordaba haber estado debajo de la isla de la cocina, acobijada, aterrada por los ruidos que oía. ¡No me moví de ese lugar!

Temerosa, desvié mis ojos hacia la ventana. Aún era de noche, seguía lloviendo. Encogida por la conmoción del momento, puse atención en la estancia. ¿Era una de las habitaciones de la mansión?

Mi mirada inquieta se detuvo en el lado derecho de la cama. Y me topé de frente con un perro. Gigante. Peludo. De color negro y blanco. Lo tenía a unos centímetros de mí. Querida suerte, sigues sorprendiéndome cada día. Pensé con ironía para aplacar el miedo.

El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora