Capítulo 17

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POV: Adara

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POV: Adara

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Este era el segundo día que estaba encerrada en la habitación de Berenice. No había comido nada desde que estaba en la isla. Y no dormía, simplemente me costaba rendirme a los brazos de Morfeo.

Me encontraba como una chiflada mirando a cada rato la foto de Berenice, sentada en la cama. ¿Cuantos años tendría en esa foto? ¿Dieciocho? ¿Veinte años?

Aquí sonreía llena de vida, esperanza, de pureza. Cuando me perseguía en este presente, su rostro estaba surcado de sombras oscuras, de tormento y rencor.

¿De qué murió Berenice?

Detrás de la foto databa la fecha con unas palabras:

14 de abril de 1948.

Un día feliz.

La giré de nuevo sumergiéndome otra vez en el rostro de Berenice, en su sonrisa, en su expresión risueña.

Suspiré con pesar.

Estaba segura que a quien le contara que un fantasma me perseguía desde niña, haría que me encerraran inmediatamente en un psiquiátrico y entre cuatro paredes acolchadas.

Ignoré el suave viento que llegó hasta mí como si se hubiese colado por alguna rendija abierta de la habitación, al no poder despegar la mirada de la foto.

Ahora que sé que Berenice me quería ver sola, tenía que averiguar el porqué. Tantas preguntas que me hacía, algunas exasperantes, otras temerosas, y ni una sin respuesta... porque no había ningún Williams —a parte de mí— con vida que pudiese hablarme de todo este lugar. Puede que Price supiera algo... tal vez.

El sonoro portazo de la puerta me hizo brincar, gritando.

Dirigí mis ojos hacia el ruido que me había tensado todo el cuerpo alterando mi sangre. En la entrada de la habitación se encontraba Enzo.

Abrí los ojos como platos.

¡Estaba aquí! Mi cuerpo me traicionó deseando correr hacia sus brazos, refugiarme en ellos y contarle lo sucedido, porque sé que en él podría encontrar la luz, la cordura a la vasta oscuridad cegadora que intentaba atraparme para llevarme con ella.

Todas las alarmas se dispararon en mi mente al salir del trance de verlo. ¿Cómo había venido hasta la isla? ¿Cómo había abierto la puerta? Aplaqué el temblor que comenzó en mi cuerpo apretando la foto, poniéndola contra mi pecho.

—¡Enzo! —tartamudeé.

Estaba enfadado. Lo sé. Por su rostro pasaba un sinfín de emociones. Descompuesto, alterado, furioso. Sus ojos se fijaron en mí, contemplando mis ojeras, mi cansancio, el dolor y el pánico que reflejaba mi rostro.

El deseo de Enzo [Deseo Éire #1] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora